Los Hombres y Mujeres del Tiempo han dicho que lloverá. Mucho. Y he corrido a colocar, a la triste y solitaria maceta del balcón, pegadita a los barrotes para que se duche sin tener que gastar agua de la Red.
Cuando el esperpento de plantita que hay sembrada estiró el pescuezo para coger la primera gota que cayera, el sol asomó entre las nubes negras e iluminó la calle y todo cuanto había en ella. Poco después tuve que echarle un vaso de agua porque se estaba secando.
La Cotilla, que llegaba a casa después del trapicheo de la noche, levantó la cabeza y me vio regando : ¡Lo sabía! Tenías que ser tú la que gasta el agua del grifo. ¡Insolidaria! Te pasas la vida poniendo a parir a los grandes trasatlánticos que atracan en la Bahía de Palma y se van cargados de agua ¡Y resulta que eres tú la manirota! ¡Te pillé con las manos en la masa!
Al oír los gritos de la Cotilla varias vecinas se asomaron a los balcones: - ¡Es la de siempre! (gritaron) - Su abuela ya no sabe qué hacer con ella (dijo la vecina, compungida (dijo la jodía) Ni padre para el futuro bisnieto de la pobre mujer, tiene a sus años ... ¡snif!...
Yo no sabía dónde meter el vaso... - ¡No hace falta que lo escondas. El pecado ya está hecho! - Las vecinas fueron esparciendo cotilleos sobre mi. Pero se demostró que hay justicia. Poco a poco, las chafarderas fueron acercándose a la entrada de las fincas, otras daban media vuelta en los balcones cuando el cielo se abrió de repente y una tromba de agua las dejó chorreando y con el miedo en el cuerpo.
. Mi primer abuelito, emocionado y envuelto en un hermoso sudario de alas de mariposa que tocaban campanillas al menor movimiento, dijo - Nena, que detallazo has teniendo dando de beber a quien tiene sed, como has echo con la mísera plantita que llora, agradecida.
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