sábado, 2 de agosto de 2025

Encantada de la vida.

Menuda se ha puesto la abuela cuando se ha presentado ante su marido con último bikini que se ha comprado. - "¿A qué es TOTAL?" (Le preguntó) -  ¿Qué es eso? - "Pues un bikini recién salido del "horno" de Versache y que ha dejado tu tarjeta del banco temblando" - No se notó mucho porque Andresito ya está muy moreno  pero sé que algo le afectó... y no fue la tarjeta.

- ¿Piensas ir "así" a la playa, cariño? - "Por supuestísimo. Cojo el sombrero y nos vamos" 

Me pareció que un ojo de Andresito, tenía un tic en el que yo no había reparado. - Nena...  no me negarás que ... "eso" es muy extremo. - "Esa es la idea, hombre... ¿Qué pasa?" - Se ve... TODO. - Los dedos de la abuela empezaron a tamborilear sobre la mesa del comedor. - y lo que no debería verse es ¡TRANSPARENTE! - "O sea, que no te gusta. Ya está el señor censor haciendo el ridículo"

Andresito no quiere que se le recuerde que durante los años oscuros fue censor. Tampoco le gusta que su tarjeta de crédito reciba fuertes varapalos. Ni que su mujer vaya a la playa dando la nota. Todo esto junto es una mala receta y tiene sus consecuencias porque, además, no encuentra el valor necesario para decirlo de viva voz. 

Las "consecuencias" aparecieron enseguida. Andresito estuvo a un tris de palmarla cuando cayó redondo al suelo. Si el médico que lo atendió hubiera sido un taurino, diría que cayó redondo y sin puntilla.

Al final todo volvió a su cauce: Andresito mejoró mucho y pudo acompañar a la abuela a la playa que, por supuesto, estrenó el carísimo Versache y al día siguiente salió en la portada de los periódicos y abrió los programas de higadillos.

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