Como la ola de calor no da tregua seguimos en bragas y calzoncillos. El caso es que, una de esas personas que ven negocio donde el resto de la Humanidad no ve nada, pensó que podía sacarles partido a unas cuantas cajas de ropa interior que guardaba en el trastero y eran los restos de una mercería de su abuela de los años cincuenta del siglo pasado
Pensando, pensando, se le fue encendiendo la bombilla. Además de ropa interior, había hilos de colores, kilómetros de puntillas, botones, etc. etc. ¡La máquina de coser Alfa terminó de convencerla para ponerse manos a la obra!
La ayuda de internet simplificó el marketing. La mujer era su propia modelo junto con su marido. Tuvieron muchas discusiones porque él no quería aparecer en calzoncillos con lentejuelas, puntillas, letreros sexis bordados con hilos de colores, divertidos, etc. etc.
¡Está siendo un bom! ¡Y se están forrando! ¡Todo el mundo lleva esas bragas o esos calzoncillos!
Me llamó la abuela: - ¿"No teníamos una máquina de coser antigua en casa?" - Sí... "¡Ya me parecía a mi! ¿Y seguro que, ni se te pasó por la cabeza decorar unas bragas?" - Pues, no...
Vi que me venía encima uno de los sermones de la abuela y antes de que abriera la boca, cogí a Pascualita, la metí en un saquito lleno de lentejuelas, que tenía preparado para taparle la boca a la abuela por si se terciaba, le hice una foto y se la mandé.
De momento, aún no ha dicho NADA.
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