jueves, 28 de agosto de 2025

Única en el mundo.

A buenas horas se le ocurre a la esmirriada plantita de la maceta que tengo en el balcón, sacar una flor. Y no una flor cualquiera sino una maravilla de colores y aroma que nos ha enamorado a tod@. 

No podemos dejar de mirarla, ni de aspirar su olor. El primero que cayó rendido a sus gracias fue el árbol de la calle: - ¡Es única! (dijo el entendido) Yo sé mucho del mundo de las plantas y os digo, sin equivocarme, que cómo ésta maravilla no hay dos en el mundo entero. 

Pascualita brincó desde la pila de lavar del comedor a mi escote y tuve que cogerla en volandas porque, a cuenta de la calor que hace sigo en bragas, igual que todo el vecindario. 

La flor estuvo disfrutando de los requiebros que le llegaban de todas partes. Algunas bolas de polvo sintieron el cosquilleo de los celos: - Ya veréis cuando le de el sol lo que le va a durar la lozanía a ésta mosquita muerta, - Apenas la bola de polvo acabó de hablar, un gorrión, de varios picotazo, la destrozó. 

La invitamos a desayunar y ocurrió algo digno de pasar a la Historia. Pascualita ¡¡¡NO SE TIRÓ DE CABEZA A LA TAZA DE SU COLA CAO!!! - Apuntado queda.

Se comportó educadamente. De vez en cuando, la sirena aspiraba con los ojos cerrados deleitándose con aquel olor singular. 

Un rayo de sol tocó el balcón - Está fresquito, hum. - Al abrir los ojos se encontró, de buenas a primeras, con la flor que parecía estar muy atareada. Y así era. Las abejas hacían cola en busca de su polen. 

Casi sin darse cuenta la flor perdió su lozanía. - ¡Échale agua, pánfila, - me gritó la Cristalera! - Pero ya no hubo nada que hacer... Fue una visita corta pero inolvidable.

 

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