miércoles, 13 de agosto de 2025

Soy un alma, nena

Mi primer abuelito apareció en casa sobre el dintel de la puerta de la despensa con un sudario espectacular. Echaba lenguas de fuego dispuestas a quemarlo todo como si estuviéramos en la antigua Roma. Inmediatamente chorros de colonia acababan, de inmediato, con las llamas y aromatizaban el ambiente.

En cuanto lo vi me desasosegó - ¡Quítatelo, abuelito! ¡El fuego me da miedo! - No pasa nada, tontita. ¿No ves que no es de verdad? - Entonces se escuchó la voz de Pepe el jibarizado. Al pobre le dio un soponcio cuando vio llamas a su lado y se desmayó, a pesar de haber sido el guerrero más valiente de su tribu antes de que lo metieran en la olla de la sopa: OOO... OOO... OOO...

Mi primer abuelito no se hizo repetir mi orden y en un plís plás se quedó como lo trajo su madre al mundo (o sea, mi otra abuela, la paterna)

Junto a la Cristalera se congregaron todos los personajes de casa. algun@s silbaron alborozad@s Pascualita fue una de ellas. Otr@s silbaron. Hubo comentarios en tono subido... A todo esto, el abuelito se dejaba querer: ¡Tío buenooooooooo!

- ¿A qué viene éste jolgorio? - preguntó el árbol de la calle. - A que el abuelito se ha quitado el sudario... y... ¡Un momento! (dije, escamada) ¿Que llevas... bajo el sudario...? - ¡Nada! - Ay Dios, mío - Nena, en mi caso, nada quiere decir... ¡NADA DE NADA!

 

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