Las calles sin música son tristes. Por eso decidí escribír una carta al Alcalde:- Su Majestad, (no tengo ni idea de cómo llamarlo) le escribo éstas cuatro letras, que en realidad son unas cuantas más, (¡Caray con las frases hechas) para pedirle que ponga músicos en las calles de Palma. En todas.
Mataría dos pájaros de un tiro: tendríamos música en directo y sacaría músicos del paro. ¡Que alegría para los sentidos!... Debo pedirle un favor más. Apunte: En ésta calle NO SE TOCARÁ EL VALS DE LA TRAVIATA ¡NI EQUIVOCÁNDOSE!
La carta salió volando por la ruta marina perdiéndose tras el horizonte. Desde el balcón de casa la vimos desaparecer, encantada de servir para algo: - Soy muy importante,- la oí decir mientras se preparaba para el viaje. - ¡Ya estamos presumiendo! (se quejó el árbol de la calle) - No te olvides de pegarte el sello (le recordé)
Pascualita vió partir al sobre con cierta envidia, luego seguimos con la clase del idioma sireno. Poco después tuve que reconocer que no está echa la miel para la boca del asno. ¡No entiendo nada! - Tranquila, nena - djjo mi primer abuelito dándome ánimos
Una hora más tarde y viendo que ni animándome era capaz de decir alguna palabra digna de llamarme así, mi primer abuelito insistió: - No se tomó Zamora en una hora, guapita... - Pasó media hora más: la voz de mi primer abuelito sonó tensa cuando dijo: ¡Que si quieres arroz, Catalina!
Llevo todo el santo día llamando a mi primer abuelito ... ¿Dónde estará?
No hay comentarios:
Publicar un comentario