lunes, 25 de agosto de 2025

Su gozo, en un pozo.

Pepe el jibarizado se ha declarado en huelga de hambre porque siente que no está tan valorado por mi como, por ejemplo, Pascualita. Cuando mi primer abuelito me contó esto, Pepe ya llevaba veintisiete días sin comer.  

Del interior del cuadro de la Santa Cena los comensales hicieron oír sus voces: - ¡¿Veintisiete días?! Eso es como una gota de lluvia en un océano, pardillo. Huelga de hambre es la que hacemos nosotros desde hace... - 

Pepe el jibarizado movió, nerviosamente, su ojo-catalejo y eso quiere decir, según mi abuelito,  que está muy cabreado porque no es lo mismo hacer huelga de hambre por una causa, como es su caso, que hacerla porque te obliga la costumbre de cenar solo una vez al año. 

Se armó una trifulca de padre y muy señor mío. Las bolas de polvo tenían una opinión. La vidriera del balcón tenía dos, la de dentro y la de afuera. Pascualita se lo pasaba en grande porque cambiaba de opinión cada dos por tres. Las COFRE no acababan de ponerse de acuerdo: -  Aquí pasa algo que no sé explicar. - decían. 

Después de comer la fabada de bote de cada día y dormir una siesta reparadora, me senté en el balcón a tomar "la fresca" pero aún no había llegado. En cambio, sí que estaba la voz de protesta de Pepe el jibarizado: - OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO - 

El árbol de la calle ya no pudo más: - ¡Calla, pesado! - OOOOOOOOOOOOOO - ¡Nena, tíralo a la basura que no hay quién lo aguante y, encima, quiere tener razón. Eres una cabeza ¡VACÍA!  - Todo el mundo calló menos las COFRE que gritaron:- ¡ESO ES! Eres un llavero y los llaveros ¡¡¡NO COMEN!!!

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