Cuando ha amanecido aún había personajes que seguían sin enterarse de cuál había sido la pregunta que hizo Pepe el jibarizado. ¡Mejor! así no tendremos que contestar a lo que no sabemos y ésta vez lo diré clarito: Con tantas discusiones se nos ha olvidado todo, así que ¡a otra cosa, mariposa!
Hubo quién resopló aliviado por no tener que seguir pensando. Otros se hicieron los chulitos diciendo: Pues yo lo sé pero no quiero decirlo. - Pascualita se hizo la desentendida metiéndose en la pila de lavar del comedor que cada día tenía más algas. Parecía una jungla acuática. Allí pasaba desapercibida.
De repente Pepe el jibarizado empezó a hablar. - Yo era el guerrero más guapo de la tribu. Tenía muchos pretendientes y pretendientas que querían llevarme al huerto. Pero yo no tenía ganas de trabajar ¿no era el guerrero más apuesto de la selva? pues de algo tenía que valerme ese título.
Mis admiradores y admiradoras empezaron a murmurar de mi: que si no daba un palo al agua. Que si llevaba muchas plumas de guacamayo. Que sí que se veía guapo subido a los árboles aunque otros tampoco estaban mal, etc. etc.
El jefe de mi tribu acordó un trato con el de la tribu vecina: - Yo me cargo al guapo, le robo las plumas. Luego digo que lo habéis matado vosotros. Hacemos una lucha entre tribus. No gana nadie y nos quitamos al guaperas de encima y algún que otro que nos haga sombra.
Se dieron la mano, que mi jefe no soltó hasta quedar de acuerdo en una cosa: - La cabeza reducida del guaperas, será para mi... - Sí, hijo, sí. Para ti la perra gorda.
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