En casa reina la anarquía. Todo el mundo hace lo que le da la gana y creo que voy a hacer lo mismo. La Cristalera, por ejemplo, se ha convertido en un peligro para la integridad física de quién quiera entrar o salir, al balcón. Las dos caras han discutido y se han enfadado y si una dice blanco la otra dice negro. En resumen: la puerta está batiendo continuamente y a ver quién es el guapo que se atreve a traspasarla.
Quisiera hacerlo porque el árbol de la calle se aburre y quiere hablar conmigo. Como no sea a gritos...
El municipal Bedulio llamó a la puerta. Al abrirla puso ante mis ojos una multa. - Esto es para ti. - ¿Qué he echo ahora? - Dar la tabarra a los vecinos, como siempre: La Cristalera no para de dar portazos desde el amanecer. ¿Por qué no la sujetas con algo? - Si ellas no quieren, no. - ¿Quiénes son "ellas"? (preguntó Bedulio con un tono de voz algo alterado) ¿No estás hablando de la Cristalera?... pues, eso.
Mientras tanto, Pompilio le quitó uno de los calcetines que llevaba puestos sin que el municipal se enterara. Entre la alegría de mi primer abuelito y la Momia, que es un no parar. Las discusiones de los comensales de la Santa Cena preparando una Huelga General para pedir comida diaria y no como ahora, una vez al año. Los gritos de Pepe el jibarizado queriendo enterarse de todo. La algarabía de las bolas de polvo jugando al escondite bajo los muebles. Las voces de la abuela y Andresito a cuenta de una entrada para ver a Rafa Nadal en la Copa Davis... Todo esto, en conjunto, no me dejaba oir a Bedulio. - ¡Habla más fuerte que no te oigo! (le grité) ¡y para ya de escribir! ¡No voy a poder pagarte! ¡¡¡Bastaaaaaaaaaaaaa!!!
Eso resonó, en el cerebro antidiluviano de Pascualita, como un grito de guerra. ¡Y atacó!
A los de la ambulancia que se llevó al municipal les costó trabajo meter una oreja descomunal que arrastraba por el suelo. Las cejas le llegaban al ombligo. En la punta de la nariz le ataron un trapo rojo porque no cabía entera en el vehículo... Total, que estaba hecho un cromo, el pobre ... jijijijijijiji... perdón.
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