Pascualita tiene ganas de mar. Su cuerpo se adapta a todo pero, de vez en cuando, que es lo mismo que decir de milenio en milenio siendo sirena, le entra añoranza de su hábitad primigenio y se tira de cabeza donde hay agua, sea salada o no.
He tenido que sacarla de la lavadora, de la olla de caldo, del cubo de fregar, de la bañera... Muchas veces bordeando la tragedia. - ¿Será posible que seas tan borrica con lo mayor que eres? - El único sitio donde podía estar tranquila era la pila de lavar del comedor pero allí se aburría. También se aburrió de la tele. - Siempre salen los mismos (me dijo mi primer abuelito que le había comentado la sirena)
Le puse videos del fondo del mar y a punto estuve de quedarme sin televisor. Ya no sé cómo decirle que no puede estrellarse contra el: - ¡Lo romperás! - De repente se interesó por las orcas. ¡Estaba entusiasmada! ¡Las admiraba! - No las ha visto nunca (tradujo mi abuelito) - ¡Quiere verlas de verdad!
Esa frase se convirtió en un mantra para la sirena. Constantemente lo repetía. - Pregunté donde había espectáculo de orcas y fuimos Pascualita y yo. Ella metida en el termo de los chinos.
Sus ojos saltones de pez se abrieron más aún al ver a los cetáceos al natural. Son enormes. Esto no asustó a la medio sardina que estaba ilusionada viéndolas saltar. Entonces ocurrió algo que me dejó perpleja. Sonó un eructo que acalló al gentío. - ¿Pascualita? ¿Has sido tú? - Respondió con otro eructo más atronador si cabe que el anterior y sacó la dentadura de tiburón a pasear.
- ¿Tienes hambre?... ¡¿No querrás comerte... una orca?! ¡¡¡SÏ!!! jajajajajajajaja ¡Es mil veces mayor que ... ¿Abuelito, estás ahí?... Es un farol ¿verdad? jejejejejejeje ¡No puede ser! ¡¡¡PASCUALITAAAAAAAAAAAAAAAA!!!
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