Mientras el rolls royce de los abuelitos aparcaba en la parada del bus, la escoba y la fregona hablaban de sus cosas en la cocina. Parecían emocionadas, sobre todo la escoba: - ¡Estuvo aquí, en casa y no se me ocurrió preguntarle nada! ¡No he sabido aprovechar la ocasión! - No te preocupes. Volverá. Procura, para entonces, tener preguntas preparadas.
Pascualita seguía la conversación sin perder detalle. Pepe el jibarizado preguntó: - OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO ¿En serio vuela? ¡Que chuli! (mientras el ojo-catalejo las enfocaba) - Toda la vida de dios han volado las escobas de las brujas. ¡Pascualita lo sabrá! - Pero en ese momento se abrió la puerta de la cocina dando paso al mayordomo inglés, Geoooorge Los personajes no volvieron a abrir la boca mientras estuvo haciendo la paella inglesa y, por supuesto, la sirena se escondió en su pila de lavar del comedor.
En la salita interrogué a la abuela: - ¿Has comprado la famosa entrada? - "!Claro! y me ha salido barata. El récord está ahora en treinta y cinco mil euros (me dio un mareo) Ves, Andresito, como no era tan cara"
El olor a paella de marisco entró en la salita imitando la ondulación de las auroras boreales para esparcir bien el aroma por toda la casa y lo que es mejor, ¡por toda la finca para que babeen los vecin@s!
De un salto me planté en la cocina gritando: - ¡¿No le has echado té al arroz, verdad, Geooorge?! - ¡¡¡OH... YES!!! - ¡¡¡LA MADRE QUE TE PARIÓ!!!
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