martes, 1 de octubre de 2024

¿Y los sueños, sueños son?


Aún no habían puesto las calles cuando salté de la cama y corrí hacia el balcón, donde tuve que despertar a la Cristalera para poder salir y ver que los miles de calcetines tirados a la calle seguían allí. Que no lo había soñado... 

Pero dio la casualidad que la bombilla de la farola se había fundido y solo pude ver negrura - Pues vaya un éxito (me dije) - Y encaminé mis pasos a la puerta de la calle. Salí al rellano. Al ir a encender la luz de la escalera oí esto: - Schiiist, boba de Coria ¿Quieres despertar a todos los vecinos? - Era una voz, aterciopelada, de hombre, hablándome al oído. Las piernas me temblaron de emoción - ¡Oh, (pensé) he aquí el futuro padre del bisnieto de la abuela! - En ese momento, lo que más deseaba del mundo era ver la cara de "mi pretendiente" que, además, sabía mi nombre.

No esperé más y apreté el interruptor para encender la luz de la escalera. - Jajajajajajaja ¡Que cosquillas! (gritó el de la voz de terciopelo que resultó ser ¡el interruptor!)

Se me cayeron los palos del sombrajo. Aturdida, descolocada, ojiplatica y muchas cosas más, me asomé a la barandilla y vi, o creí ver, que no había ni un calcetín. - Dando bandazos llegué de nuevo, al balcón y ya con las claras del día comprobé que tampoco había ninguno a la vista. 

Pascualita, mojada y fría, aterrizó en mi escote: - ¡¡¡AAAAAAAAH!!! MALDITO BICHO. - Sin embargo reconozco que el escalofrío me devolvió a la normalidad. - ¿Dónde estarán los calcetines? ... si es que los hubo alguna vez... 

Sentadas en la cocina, la sirena en el frutero y yo en una silla, dimos buena cuenta de unos chinchones on the rock con pan con aceite. Ni que decir tiene que llegué tarde al trabajo.

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