El teléfono, aunque sonó insistentemente, fue ignorado por mi. - Quién algo quiere, algo le cuesta. ¡Descuelga tú! - Le grité al dichoso timbre que se mostró sorprendido.
Desde que la abuela se ha desmadrado con lo de los precios que se pagan por una entrada para ver a Rafa Nadal competir por última vez, mi casa parece una jauda de grillos
Andresito se ha refugiado con la Momia en casa después de haberme pedido Asilo Familiar por un tiempo. - Hasta que la cosa se calme, nena, porque a tu abuela, cuando se encabrita, no hay quien la aguante. Se ha empeñado en tener la entrada más cara de la Copa Davis y salir en la portada del Times con ella en la mano mientras, con la otra mano hacía la V de la victoria.
- ¿Por qué no le das ese caprichito? Si os sale el dinero por las orejas, hombre. - Por que quiero seguir siendo rico y si escucho a tu abuela, moriré en una cuneta solo, lleno de piojos y con más hambre que Carpanta.
- ¡No, por favor! "MI TORRE DEL PASEO MARITIMO" ¡NI TOCARLA!
Sumida en mis pensamientos, no vi llegar a la Momia (mi bisabuelastra). No traía equipaje. - Espero que no te enfades, nena, pero dormiré con tu primer abuelito, que ya va siendo hora - ¡Eres viuda! (mi voz escandalizada) - ¡Y tú, tonta!- ¿Y... el camisón? - ¿Cami... qué? jajajajajajajaja
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