Esta noche ha echo calor y he dejado la ventana abierta. He dormido a pierna suelta hasta que un rayo de sol se ha instalado en mi cara y me ha hecho sudar. Hasta ahí todo ha ido bien pero, al levantarme de la cama, un misil tierra-aire con cola de sardina, ha aterrizado en mi escote fastidiando el buen despertar que había tenido.
- ¡Pascualita, usa la toalla antes de tirarte sobre mi y dejarme helada!
Para rematar la faena, al ir a la cocina he tropezado con la escoba y he aterrizado de mala manera: - ¡¿Qué hace esta escoba AQUI, Cotillaaaaa?! - ¡Avemar... ! ¿De qué me culpas, boba de Coria? - Ha dejado la escoba, aposta, en el suelo. ¡Por poco me mato! - Yo no hubiese fallado jejejejejejejeje.
Mi primer abuelito, envuelto en un sudario-pijama con despertadores que no paraban de sonar, dijo que había sido la misma escoba quien se dejó caer en el pasillo. - Estaba para el arrastre taurino después de pasar la noche intentando volar. Si fuese una persona tendría en el cuerpo más cardenales que la Santa Sede.
Los ojos pesarosos de todos los personajes estaban puestos en ella.- Pobre ilusa... (pensamos algunos) Y, de repente, como un Ave Fénix, la escoba renació de sus achaques y ¡VOLÓ! Incluso echó unas carreras al ánima de mi primer abuelito, a dos palmos del techo.
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