jueves, 3 de octubre de 2024

Mi gozo en un pozo.

El rolls royce de la abuela aparcó en la parada del bus para no perder la costumbre. Y claro, se originó el consabido concierto de pitos. Geooorge el mayordomo, entró en casa y pasó, directamente, a la cocina donde Pepe el jibarizado le mostró su alegría por tener un poco de compañía.

Poco después, el aroma de un fondo de paella de marisco, perfumó toda la casa-- ¿Qué se celebra, abuela? - "¡Que eres  otra! ¿Te parece poco?" 

Yo no cabía en mi de gozo. Por arte de biribirloque ¡era otra! Los personajes de casa se pasaban las horas mirándome y, aunque hablaban bajito, oía sus comentarios: No veo nada nuevo en ella.- ¿Cómo que no? No es la misma. - Yo diría que se parece mucho a la boba de Coria. - ¡Que vaaaaaaa, hombre! Vete al oculista! - Las discusiones entre los comensales de la Santa Cena no tenían fin. Supongo que así olvidaban su hambre endémica.

Mi primer abuelito, envuelto en un sudario lleno de signos de interrogación de mil colores, dejó caer un lagrimón como un puño: - ¡No quiero que seas otra, nena! Me gustas con todos tus defectos... ¡snif! - ¿Tantos tenía? - Sí, pero eran los defectos de MI NIETA y eso vale mucho.

Un alarido recorrió las paredes de casa. La abuela acababa de recibir, a su amiguita del alma , mojada y helada, en su escote. - "¡La madre que te parió, Pascualita!" - Mientras seguían los aspavientos, corrí a la cocina, cogí una jarra para recoger en ella los lagrimones que seguían brotando de los ojos de mi primer abuelito. Volví a la cocina y cambié el té destinado a la paella inglesa de Geooorge por lágrimas españolas. Y claro, el arroz salió salado. 

Mi primer abuelito gritó ¡Eres la de siempre! - Pues, vaya...

 

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