sábado, 16 de noviembre de 2024

Contentando al vecindario.

 A través del balcón abierto supe que llegaba la abuela con Geoooorge aparcando el rolls royce en la parada del bus. Hasta aquí todo normal. Pero en lugar de escuchar como metía la llave de casa en la cerradura y entraba como si fuera el rey Ricardo III corazón de León, reconvertido en Sean  Conneri (¡que más quisiera yo!) , se escuchó una pelea a gritos.

El árbol de la calle me llamó: - ¡Corre, nena! ¡Los vecinos han tomado el rolls royce por el autobús que no podrá aparcar en su parada y quieren que el inglés les lleve ¡gratis! ¿No vas a ir a ayudar a tu abuela? ¡La pueden zarandear! - ¡Ja! que lo intenten. La abuela es cinturón negro de judo. - ¿Ah, sí? ¿Geooorge también? - Ese solo es inglés.

Miramos de nuevo a la calle. El rolls royce se alejaba, conducido por Geoooorge y la abuela llevando la voz cantante para animar el viaje: ¡¡¡Para ser conductor de primeraaaaa, acelera, aceleraaaa...!!!

Esa mañana el coche hizo varios viajes para contentar a los vecinos que alucinaban: - ¡Nunca pensé en viajar en ésta maravilla! - Con ellos iba el chófer del bus que no quiso ser menos que los demás y gritaba, entusiasmado: - ¡Aparque usted dónde quiera, señora! ¡Es usted una Señora, señora!

Llamó Andresito: - Dile a tu abuela que se ponga al teléfono, nena. - No está... - Y le conté lo que pasaba. Al otro lado de la línea se oyó un porrazo. Mi segundo abuelito, que adora a su rolls royce, se había desmayado.

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