viernes, 29 de noviembre de 2024

Llega Navidad...

El tiempo es tan bueno que estoy entre ir a la playa o a comprar un abeto de colorines en la tienda de los chinos del señor Li. Este comentario lo he hecho de viva voz y como el árbol de la calle es más cotillo que la Cotilla, se enteró y puso el grito en el cielo.

- ¡¿Estando yo aquí vas a comprar un árbol?! ¡Derrochadora! ¡Manirrota! ¿Cómo vas a comparar una guarrada de plástico de colores, que se carga el Planeta, siendo yo lo más natural, esbelto, atractivo y ecológico que ha parido madre?

Mis ramas, estilizadas y fuertes, pueden cargar todas las bolas navideñas de todas las casas del barrio y lucir como un sol de medianoche. ¡Con razón te llaman boba de Coria! Si es que todo tiene su por qué. ¡¡¡Que cruz tenemos contigo!!!

De una patada cerré la cristalera del balcón, de golpe, harta de escuchar sandeces.

- ¡Hey, menos humos, Caperucita! (gritó la Cristalera, más enfadada que un mono) Cuidadín que soy un ejemplar muy delicado. - ¡Huuuy, sí! como una rosita de pitiminí es mi hermanita. ¡Frágil y gilipichis! Y todo porque le ha tocado estar en la parte interior de la casa. No como a mi, que estoy siempre a la intemperie aguantando calor, moscas, granizos, vendavales y ¡no me quejo! 

La discusión se iba generalizando y tenía pinta de terminar mal.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Mira lo que me he encontrado en la calle, nena ¡Un árbol de Navidad, de plástico de colorines! - ¡Halaaaa! ¡Que bonitoooooo!... ¿Y estaba en la calle? - Pues sí... - ¿Cerca de la tienda de los chinos del señor Li? - Cerca, cerca ... - ¡Lo ha robado, Cotilla! - ¡Esa boca, niña!

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