jueves, 28 de noviembre de 2024

Oídos sordos.

Entre Pascualita y yo hay resquemor porque es una rencorosa empedernida y sigue sin perdonarme que no le llene la bañera para nadar a sus anchas. 

No sé cómo pero, el caso es que la abuela se ha enterado de la situación y le ha faltado tiempo para venir a echarme la bronca: - "Tú eres la mayor, por lo tanto eres quien ganarse la confianza de mi pequeña princesita" - ¡PUAG! (no pude contener una arcada ante tanto favoritismo). - ¿Que yo soy la mayor? ¡¿Yo, que nací en el siglo veinte de ésta era?! - "Pero eres más alta" - ¿Y qué tendrá que ver el culo con las temporas? Ella es más vieja que la Vejez y si no ha crecido en altura será por la mala milk que trae de fábrica. 

Horas después seguíamos sin llegar a nada. Pascualita saltó de la pila de lavar del comedor, al escote de la abuela que lucía minifalda con volantes, botas militares color rosa chicle, un top a topos verdes y blancos que terminaba debajo del pecho dejando al aire las costillas. Elegantísima, vaya-

La sirena indicó, cual estatua de Colón con el dedo estirado, el cuarto de baño y la abuela no se hizo de rogar. - ¿No irás a llenar la bañera? - "¡Claro que sí! ¿Verdad, chiquitina?" - Abrió la puerta de golpe y sonó un chillido de rata. Del susto, la abuela y yo saltamos como conejos. Pascualita voló por los aires aterrizando en la bañera que ya estaba medio llena. La Cotilla (la rata) volvió a gritar al ver "un bicho entrar de cabeza y con un gran estilo, en el agua jabonosa donde la vecina se estaba bañando sin reparar en el gasto de agua.

Cogí, ipso facto, a la sirena por los pelo-algas, hice molinete y voló hasta la pila de lavar sin darle tiempo a pensar.

Todo fue un visto y no visto. La Cotilla aún se recupera del susto. La abuela tuvo que tomar tila y yo le pedí a mi primer abuelito que me llevara con él ... al taller de alta costura de madame Chanel.

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