. La que se ha organizado en casa con la escapada de de Pomilio. De momento todos han querido independizarse. Y dicho y echo. Abrieron y cerraron cajones, baúles. armarios... Descubrieron prendas olvidadas. Disfrutaron como críos probándose todo lo habían amontonado en medio del comedor. - Bueno, chicos. Ahora hay que ver que vais a tirar.
- ¡Qué! ¡Pero si nos gusta todo! ¡No vamos a tirar nada! - Entonces lo haré yo...
Cuando me vieron decidida, corrieron hacia el montón de ropa abrazándose y gritando como locos. - ¡Noooooooooooooooooooooooo- Tuve que darles una charla como si fuese un entrenador de fútbol. ... Y así tendréis sitio para llenarlo de cosas nuevas ¡Estaréis guapetones!
Cada vez, el montón de lo que debía tirarse, era más grande. Ya no lloraban tanto... Los suspiros fueron, cada vez, más suaves... De todas maneras, hubo momentos en que algún personaje se echó atrás y tuve que improvisar otro sermón ¡y convencerla otra vez!
Pascualita nunca había visto algo así y se negó en redondo a dejar que le quitaran el barco hundido. - (Le dije) ahora hay cosas mas modernas... Vengaaaa... Suéltalooooo...
De repente se acabó la paciencia de la sirena y se lió a lanzar bocados al aire con su poderosa dentadura de tiburón. Rompió ropa, complementos... y finalmente cayó rendida al suelo y se durmió. Aproveché el momento y saqué toda el agua de mar de llenaba la pila de la torre del Paseo Marítimo. Cogí el barco hundido y lo llevé a las vías del tren. El choque fue espectacular. No quedó nada de la tragedia. Los miré a todos y a todas fijamente y dije:
¡¡¡ NADA!!!