viernes, 18 de julio de 2025

A ver si hay suerte.

Aún no habían puesto las calles cuando sonó el teléfono. Era la abuela que había estado casi toda la noche de francachela con sus amigos en El Funeral. - Nena... ¡hip! ... espabila y no te duermas en... ¡hip! ... los laureles porque ha llegado mi hijastro, el Médico... ¡hip! y ha preguntado por ti. 

- ¿Y a mi qué? - Pídele que te haga a mi bis... nieto... ¡hip! ... jodía.

Me costó trabajo dormirme de nuevo. Al final me bastó recordar que el Médico es masoquista para coger, de nuevo, el sueño.

A mediodía, mientras comía una fabada de bote, Pascualita saltó al plato y por poco me la trago. Estaba nerviosa. No se estaba quieta y al final tuve que llamar a mi primer abuelito. - ¿Qué le pasa? - Que va a venir el hijastro de mi ex... ¿Le vais a dar fuerte? - No sé. Hace tanto que no lo veo que no sé si sigue con sus rarezas. - Bueno, ya me contarás. Me voy que me espera Dior para una prueba.

Cuando el Médico llegó a casa eran más de las seis de la tarde. Lo recibí en jarras. - Un poco más y no llegas (le dije mientras le arreaba una gloriosa patada en la espinilla) - Inmediatamente soltó unos lagrimones que bastaban para acabar con la sequía de un pueblo. - Ay, nena, que feliz me hace ver que no has perdido tu arte. ¡Aaaayyyy, como duele! 

Pascualita aprovechó el viaje escupiendo agua envenenada a los ojos del pobre hombre, por lo que recibió efusivas felicitaciones.

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