miércoles, 23 de julio de 2025

Ha mordido un pez.

Estaba tan cansada que me quedé dormida en una silla del comedor. Pasaron muchas horas. La Cotilla me dejó una nota diciendo que algo había pasado en la playa.

- Mi primer abuelito me susurró al oído: - Nadie sabe dónde está Pascualita

Pegué tal salto que choqué contra él que flotaba en lo alto del techo: - Menudo chichón me salió. Aún me duele. - ¡No te quejes, abuelito, que a ti no te saldrá! - Por suerte, no. Es antiestético (que raro se ha vuelto desde que lo visten grandes maestros de la aguja) -  ¿Dónde está Pascualita? (pregunté) El árbol de la calle, gritó: - ¡En la playa!

- ¡Oh, noooooooo! - ¡Corre. Creo que la han detenido! - ¡Noooo y mil veces nooooooooooo!

Corrí a la playa. Pasé como una exhalación junto a los corrillos de gente, asustadas todavía de lo que NO habían visto: si era UN PEZ quien atacó a una señora de ochenta y cinco años. O fue un tiburón tintorera, o una manta raya... 

Llegué en un santiamén al grupo de policias y periodistas que comentaban la jugada pero, a mi solo me importaba una cosa ¿dónde estaba la sirena?. Mis ojos se dilataron cuando la vi arrastrarse por la culata de una de las pistolas policiales colocada en su cartuchera. Al llegar al gatillo y apretó, sin éxito.

 La medio sardina me había visto y sabía que tenía que correr. Mordió la mano del policía. Este pegó un salto y corrió sin rumbo gritando su dolor por la playa mientras la mano mordida del guardia crecía y crecía y crecía...

Me puse a la par con él. Agarré a Pascualita y de un tirón seco la arranqué de aquella mano magullada aunque no pude evitar que la sirena se llevara un buen bocado.

Fue todo tan rápido que nadie se enteró. Subí al autobús mientras, escondida en mi escote, la sirena se relamía terminando de comer un pedacito de guardia. Mientras, en la la playa todo el mundo preguntaba: - ¿Y ahora, qué ha pasado? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario