Sonó el interfono: - ¿Sííiiiiiiiiiiii? - Abrá. por favor. Soy la Cartera: - Querrá decir el Cartero... - No. Soy la Cartera y hoy es mi primer día de trabajo en éste barrio ¿Me abre? - A ver qué remedio (murmuré)
Me asomé al balcón para verla. Mi primer abuelito apareció sobre mi hombro. - ¿Ya te has enterado de la novedad? - Las noticias corren rápido en el Más Allá. - Llevas un sudario muy colorista. - Los colores me los ha prestado el Arco Iris. Me favorecen mucho ¿no crees?
No contesté porque, en ese momento la Cartera salía del portal empujando el carro de la correspondencia. Como desde arriba no podía verle la cara, la llamé: - ¡Holaaa! Soy la vecina que le ha abierto la puerta. - Tanto gusto. - ¿Cómo se llama? - No me contestó porque ya había empezado a caminar a buen paso. - Tengo mucha faena... Adiós.
El abuelito no me quitaba ojo. - ¿Qué pasa? - Creo que tengo la solución a tu problema con la abuela... Lo del bisnieto.- ¡Ah, sí - Hazte Cartera. - ¿No querrás que deje mi trabajo? ¿Dónde encontraré un Jefe más comprensivo que el mío? Está haciendo un estudio sobre la, supuesta, longevidad de nuestra familia. - ¿Le has hablado de mi? - No, abuelo. Te murieron muy pronto y no me sirves como excusa cuando llego tarde al trabajo... o no llego. - ¡Malditas brujas mi ex y la Cotilla! - Estaba tan enfadado que soltó tacos como puños - ¡Abuelito, pensaré lo de ser Cartera pero.... tranquilízate.
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