miércoles, 2 de julio de 2025

Bien está lo que bien acaba.

Menudo rapapolvo me llevé por parte de la abuela. Pensé que, una vez la sirena estaba de nuevo en casa, me libraría de susu gran amor pero la abuela es rencorosa, sobre todo si le tocan a Pascualita a la que ella considera su totém ante el asma. 

Aguanté el chaparrón. Al fin y al cabo la sirena está de nuevo en casa. No quiero pensar lo que hubiera ocurrido si la hubiésemos perdido... - Mi primer abuelito apareció a dos palmos sobre la lámpara del comedor, lleno de alfileres. - Estoy en pleno trabajo de probar los sudarios de la nueva temporada pero he oído a tu abuela y me he echado a temblar. Los verdugos de la Inquisición son hermanitas de la caridad a su lado. Sin ir más lejos mira dónde estoy yo ahora porque dijo que yo era un soso y a ella le iba la marcha. 

Aquella tarde dijo que se llevaría a la medio sardina a su casa, al fin y al cabo, el asma lo tenía ella. Nadie dijo nada pero torcimos el gesto. Después la Escoba salió de la despensa con un espectacular salto... Inmediatamente se le unió la Fregona que, cabellera al viento, estaba de lo más sexi. Las bolas de polvo de debajo de mi cama montaron una coreografia de lo más moderno. La Cristalera, abriéndose y cerrándose, llevaba el compás. Media hora después todo bicho viviente de mi casa bailaba.

Cuando los abuelito volvieron a la Torre del Paseo Marítimo, Pascualita se quedó en casa. Todavía había mucho que bailar y mucho chinchón on the rocks por beber.

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