miércoles, 30 de julio de 2025

Modelo de alta costura.

Me senté a esperar la reacción de  la sirena pero no pasó nada. Me di un poco más de tiempo antes de mirar dentro de la pila de lavar de comedor. No encontré ni rastro de la sepia. Con lo saltarina que demostró ser mientras estaba en el puesto del mercado me dije: - Le habrá cogido gusto a salir de parranda y se habrá escapado por el balcón.

Pregunté a unos y otros pero no sabían ni de qué les hablaba: - ¿Qué es una sepia? - Espero que no cante, ya nos basta con el árbol de la calle. - ¡Ah, ya sé de qué hablas! Es un extraterrestre como ese que decía: Mi casaaaaaa...

Los dejé por imposibles y le deseé buen viaje a la sepia. A partir de ese momento me olvidé de ella.

Una tarde mi primer abuelito me despertó de la siesta con un potente ¡TACHAN! para enseñarme el nuevo modelo de sudario, distinto de los vistos hasta ahora. - ¿Qué lo hace distinto? (le pregunté) - Su textura. Sus cambios de color y para que no sea tan formal ¡tira tinta si estás un rato sin reír! - ¡Como una sepia! (dije yo)

He aquí lo que pasó: Pascualita, encantada con el tren acuático se dejó ver poco. La sepia se volvió transparente y no se bajaba del tren hasta que, un día, los dos bichos chocaron entre sí. La sepia soltó su tinta y gritó: entramos en un túnel. Prohibido sacar los brazos por las ventanillas.

La sirena, encantada de llevar la contraria al lucero del alba, disfrutó mucho y si en algún momento pensó que no estaba sola en la pila de lavar del comedor, corrió un tupido velo y se olvidó de ello.

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