martes, 31 de diciembre de 2024

Hasta el año que viene, 2025.

El calendario de la cocina se ha quedado sin hojas, cosa que no ha echo ni pizca de gracia al árbol de la calle que, aunque pocas, tiene hojas y por lo tanto, no puede ser considerado protagonista del dramón que hubiese montado en caso de quedar pelado como una bombilla.

Hoy es Nochevieja y mañana Año Nuevo ¡No falla! Y con ser un acontecimiento anual ha dejado de ser especial por lo repetitivo. Sin embargo lo es para quienes esta noche no podrán estar con los suyos.

Este año nos toca de cerca a la familia de Pascualita, que ha jurado tomarse las uvas sin estamparlas antes contra la pared porque está triste. Espero que cumpla su palabra y sobre todo que se cumplan los deseos de salud para alguien muy especial para mi.

Feliz Año Nuevo a todos, amigos y amigas, y SALUD PARA TODOS.


domingo, 29 de diciembre de 2024

¿Por qué?

Tengo la lengua en remojo desde que probé las medusas a la remanguillé y no se me va el escozor ni la hinchazón. Lo único bueno que me ha traído ésto es que me han dado vacaciones en el trabajo porque estoy cara al público y no es plan que me vean con la lengua en remojo, sin poder hablar ni cerrar la boca. 

Pascualita ha intentado varias veces, hincarle el diente a la lengua y he tenido que defenderme a escobazos. ¡La tengo contenta a la escoba! Dice que la he tomado por el pito del sereno y lo mismo la uso para un roto que para un descosido... Por cierto, ha llamado uno de los pocos pitos de sereno que quedan en Palma, diciendo que no tiene ni punto de comparación el trato que recibía él cuando ejercía su oficio. :- Todas las noches acababa en la boca del sereno. El tío fumaba celtas y no era plato de buen gusto recibir el aliento y la saliva... Los he dejado discutiendo porque casi me da un telele escuchándolo.

El árbol de la calle, que no tolera bien el frío, se dedica a malmeter al que pilla más cerca. Esta vez me ha tocado a mi. Al asomarme al balcón ha dejado caer como el que no quiere la cosa: - ¿No te has preguntado por qué a tus abuelitos y al inglés les sentaron tan bien las medusas, boba de Coria?

 

sábado, 28 de diciembre de 2024

Medusas a la Remanguillé

Ha llamado la abuela: - "Nena ¿a qué sé lo que vas a comer hoy? ¡Fabada asturiana, de bote¡" - ¿Te apetece? Solo tengo tres botes... Bueno, los repartiremos y mojaremos pan. - "Guarda esos botes. Invito yo" -  ¿Por qué hoy son los Santos Inocentes? - "¿Ah, sí? pues no me acordaba. Celebramos que hace un buen día ¿Qué te parece?" - Bien, mientras no sea paella con té. - "Hoy será algo exótico"

Y colgó dejándome con la miel en los labios. 

Mi primer abuelito apareció sobre la lámpara del comedor envuelto en un sudario radiante como el día de hoy. - Cuidado con tu abuela, nena. Le gustan mucho las inocentadas. De echo, la última que me gastó me mandó de cabeza al Más Allá - ¡Caray! 

Los pitos que llegaban de la calle anunciaron la llegada del rolls royce de los abuelitos. Una vez en casa, Geoooorge entró en la cocina con la abuela. Y yo pegué la hebra con Andresito: - ¿Qué es eso exótico que vamos a comer? . Iba a preguntarte lo mismo, nena. - Pues vaya...

Al cabo de un rato y sentados ya a la mesa con la Cotilla, que hay que ver el olfato que tiene la jodía para invitarse  por la patilla. 

La bandeja que Geooorge puso en la mesa del comedor olía a gloria. No podía ser nada malo, me dije. Un revoltillo de verduras con apariencia de algas, tentáculos de diferentes tamaños y grosores. Trozos de algo gelatinoso mezclado con huevo y aderezado con una salsa pi...pi..pipipipipipipipipipipipipipiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiicante!!! 

 


viernes, 27 de diciembre de 2024

Ensueños.

Subiendo por Conquistador, tira, tira para no echar el bofe por  la boca, pensé que ya iba siendo hora de que allí se pusiera un transporte para ahorrarnos la cuesta a los palmesanos. 

A mis espaldas resonaron los cascos de varias caballerías. Al volverme vi una pareja de mulas tirando de una especie de tranvía, con pasajeros que me señalaban con el dedo: - Esa mujer tiene buenas piernas jejejeje

Pascualita, curioseaba desde el termo de los chinos. Le dije: - Deben rodar una película de época... pero no veo la cámara por ningún sitio. - En lo alto de la cuesta otra pareja de mulas esperaba para hacer el relevo y bajar hasta el Borne. - Hacía años que no veía mulas y mira que son guapas.

El ayuntamiento estaba engalanado para conmemorar las fiestas de Navidad. Los pavos andaban tranquilamente por las aceras mientras a la entrada del Ayuntamiento, la gente hacia largas colas para visitar el Belén el de todos los años.

Sentí que me tocaban el hombro. Al volverme, un hombre negro y ricamente vestido, me dijo: - ¡Ya estás tardando en ir a tu casa! - mientras yo pensaba: - Este no ha venido en patera. - Entonces, sin pretenderlo, mi boca habló: - ¿Por fin habrá bicicleta éste año? - Pero el hombre ya no estaba... 

¿Sabes quién era? - pregunté a Pascualita que, por toda respuesta, me enseñó su peligrosa dentadura de tiburón. Me pareció oír: Baltasar pero cualquiera se fía de lo que diga la media sardina....

¡Uf, menuda siesta... hasta he soñado!


 


jueves, 26 de diciembre de 2024

Precioso día de invierno.

La segunda fiesta de Pascua, día de canalones en muchas casas, ha amanecido radiante después de los vendavales ¿y qué he echo? Lo que muchos mallorquines: ir a ver el mar. 

He metido a Pascualita en el termo de los chinos (termo que, al igual de la sirena, tiene pinta de durar milenios también) y hemos ido, tranquilamente, a la playa cercana a casa, sabiendo que los canelones vienen envasados y solo hay que abrir la lata. 

El árbol de la calle, desnudo de sus hojas, tiritaba a esas horas en las que el sol aún no había llegado a su copa. Al vernos salir del portal, exclamó: - Dichosas, vosotras, que podéis moveros libremente... - pero, a medida que hablaba iba subiendo el tono y empezó a desbarrar: - ¡Enchufadas! ¡Estáis vendidas al oro americano! ¡Lameculos! ¡Marisabidillas! ...

Corrí hasta doblar la esquina y salir de su vista porque, aunque sabía que nadie podía escucharlo, no quise tentar a la suerte. A Pascualita le gustó la carrera que nos dimos y no dejó de aplaudir hasta ver el mar.

Juntas contemplamos el panorama de un mar Mediterráneo apacible, luminoso. tranquilo, brillante y admirado por los cientos de paseantes junto a su orilla. Dejé que Pascualita se bañara entre las rocas, ceñido el cuerpo por un arnés y una cadenita que le compró la abuela. para que, al meterse en el agua no tomara las de Villadiego y desapareciera en las profundidades del mar.

miércoles, 25 de diciembre de 2024

¡EL PAVO!

Alrededor de la mesa del comedor nos juntamos la Momia, mi bisabuelastra con sus cubanitos culitos-respingones que les dieron a los villancicos clásicos, un ritmo de samba; la abuela y Andresito, el inglés y mayordomo Geooorge, la Cotilla y a dos palmos sobre la lámpara, mi primer abuelito contemplando extasiado a la Momia, su amor platónico. Y presidiendo la comida de Navidad: el pavo. Que nos dejó sin orejones, higos secos y demás fruslerías, en un santiamén.

El pavo estaba pletórico. - No sabía que los humanos también comían delicatesen ¡Gló, gló, gló...! 

La familia ni los veía ni oía pero doy fe de que todos los demás personajes también estaban con nosotros. Y brindaban ¡Ya lo creo que sí! De los comensales de la Canta Cena, algunos empinaron el codo más veces de las permitidas y  cantaban Asturias, patria queridaaaaaaa! a grito pelado.

El árbol de la calle, cómo no, nos ofreció, varias veces, el brindis de la Traviata. Pascualita, colocada en plan broche en el pecho de la abuela, no le quitaba ojo al pavo. Tal vez con la intención de no dejar pasar mucho más tiempo sin probarlo. Sobretodo cuando Pepe ¡¿cantaba?! : - OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO (o lo que es lo mismo) ¡Echale guindas al pavo que yo le echaré a la pavaaaaaa, azúcar, canela y clavooooooo...!

martes, 24 de diciembre de 2024

¡FELICES NAVIDADES!

Llamaron a la puerta. - ¡Voooy! - En el rellano no había nadie así que cogí el interfono: - ¡Dígameeee! - Nadie contestó. - Vaya, tenemos tonto oficial en el barrio. - Sonó, de nuevo, el timbre... Abrí y seguía sin haber nadie. - ¡Jopé ya con las bromas! - Una voz desconocida me indicó que mirra al suelo. Había un pavo. ¿Qué hacía un pavo en el rellano de la escalera?  (le pregunté) - Esperar que me dejes entrar en tu casa. 

Nos sentamos en la salita y me contó lo siguente: - Soy el fruto del trapicheo de ésta noche, de la Cotilla. - ¡No me digas más! ¡Esta Navidad comeremos pavo!

El pavo se sintió ofendido. - ¿Dónde está tu empatía, mostrenco? ¡Soy un ser viviente y quieres comerme! - Siguiendo la tradición de hacerlo en Nochebuena o en Navidad, debo hacerlo.

- ¿Qué os hemos echo los de mi raza? - ¿Estar en el sitio equivocado de la Historia? ¿Y qué quieres que yo le haga? - He venido a pedir asilo político en tu casa... - ¡No me hagas esta faena! ¿Tú sabes el tiempo que llevo sin probar el pavo? ¡Años!

La escoba nos sacudió a los dos: - Venga, decidiros que, mira la hora que es y aún me queda limpiar aquí. - ¿Es necesario? - Ya lo creo. Dentro de unos minutos todos los personajes nos reuniremos en la salita a cantar villancicos: - ¡Belem, campanas de Belem, que los ángeles tocan, que buena me traéissssss! - Y felicitar las Pascuas a todas y todos, los amigos de Pascualita, con el enorme deseo de que ese año 2025 no faltemos ninguno, ni ninguna.

¡OS QUIERO VER A TODOS EN PERFECTO ESTADO DE REVISTA! - ¡¡¡SÍ, SEÑORA!!!

lunes, 23 de diciembre de 2024

Un choque de trenes.

El rolls royce de los abuelitos ha aparcado en su lugar favorito: la parada del bus donde se ha armado la marimorena a golpe de claxons. Detrás de los abuelitos ha bajado el mayordomo inglés, Geoooorge, cargado con la cesta de la compra. 

Poco después, el aroma de unas gambas rojas de Sóller a la plancha perfumó la casa hasta el último rincón y dejé de pensar en que los abuelitos son unos egoístas. Si es que unas buenas viandas hacen milagros. Más tarde, cuando comprobé que la gran mayoría de las espectaculares gambas fueron para Pascualita, comencé a malpensar otra vez.

El que estaba echo un lío era Andresito que no se explicaba como yo (eso dijo la abuela) podía comer tan rápido (cáscaras incluídas) - "Ya sabes que la nena es un poco egoísta..." (y se quedó tan pancha) - Es que se lo consientes todo, cariño. A veces es bueno un poco de disciplina. - Andresito se volvió hacia mi -: Te ayudaría a ser más empática con los demás y te sería más fácil encontrar novio - (¡¿QUEEEEE?!)

Salté de la silla dispuesta a montar un pollo aún a costa de la integridad física de la sirena pero, en ese momento Geooorge salió de la cocina llevando, orgulloso, una de sus paellas de té. Y Pascualita saltó de la pila de lavar del comedor al centro de la paella que acababa de salir del fogón. Aquello fue un choque de trenes.

A la velocidad del rayo, la medio sardina se impulsó con su hermosa cola y aterrizó en la cabeza del inglés que segundos después estaba monda y lironda. El arroz por los suelos invitaba a lucirse haciendo patinaje artístico. Fue todo un espectáculo.

Horas después Geooorge, dolorido, bajaba la bolsa de la basura con las carcasas de las gambas que aparecieron  flotando en el agua de la pila de lavar del comedor. 

Mientras salían de casa Andresito iba diciendo: - ... te lo juro. No he visto que nadie cogiera gambas de la fuente de porcelana...

domingo, 22 de diciembre de 2024

Repartiendo, que es gerundio.

- El cava sigue en la nevera... El Gordo de la Lotería de Navidad ha caído en Logroño ¿Pero no tenía que ir derechito a Valencia para paliar los desastres de la Dana y alegrar a sus gentes? Otra tradición que falla más que una escopeta de feria. 

Pascualita estaba pendiente de mis palabras mientras yo le soltaba la retahíla de arriba.

La sirena hizo la señal internacional de empinar el codo. Si es que, cuando quiere se le entiende todo. - Noooo... el cava es para la próxima vez aunque no nos vendrían mal unos tientos a la botella de chinchón. Las manitas palmeadas aplaudieron como si, de repente, fuésemos millonarios.

Llamó la abuela: - "¿Qué, cómo ha ido el sorteo?" - Como siempre: cero patatero (y por educaciòn, pregunté) ¿Y vosotros qué tal? - "Bueno... algo nos ha tocado... Nada. Calderilla" - Entonces, como telón de fondo, escuché algo así como: ¡hip! ¡hip! ¡Hurra! ¡Viva Logroño, cooooñe!... - ¿Tienes la tele puesta, abuela? - "¿Eh?... Andresito, baja la tele que molesta a la nena jijijiji" - ¡Si está apagada, cariño! 

Como por arte de magia, mis tripas se revolucionaron y entendí lo que pasaba: - ¡NOS HA TOCADO EL GORDOOOO! - "¿A ti también?" - La voz de la abuela sonaba a serpiente de cascabel. - "¿A quién conoces en Logroño, boba de Coria?" - A nadie (pensé) ¿No vas a repartir... - "Te regalaré un SI, SEÑOR y un CALLE USTED y vas que chutas, pardilla"



 

sábado, 21 de diciembre de 2024

A ver si el Gorde de Navidad nos sonríe.

Tengo echa la lista de los números de la lotería de Navidad. Los que yo juego, claro. Y una botella de cava, vasos de la tienda de los chinos del señor Li y varias cartulinas blancas donde he copiado mis números. Estas las colocaré mañana en la salita frente al televisor para que los vean bien los niños cantores de San Ildefonso. A ver si éste año espabilan y cantan lo que tienen que cantar ¡mis números! 

Este año no quiero excusas. ¡Ya está bien, hombre! Luego lo celebraremos con cava o con una chocolatada con ensaimadas. Y a experimentar lo que se siente en esos momentos en que tu número aparece en pantalla y una voz seria lo repite.

Pascualita me mira desde la ventana de la cocina. El OOOOOOOOOOOOOOOOOOO de Pepe el jibarizado no parece confiar mucho de mi entusiasmo-dudoso. Debe ser porque el no juega al Gordo de la Loteria. No tiene patrimonio ¡ni una perra chica! para comprar una papeletea. Al quedarse en simple llavero se dio por sentado que no necesita comer por lo tanto, no necesita cartera. Menos mal porque ya me dirás dónde la mete.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Corre, nena. cierra la puerta! - ¿Qué pasa? - He visto unos papeles en el suelo. Al agacharme a ver de qué eran ha pasado un fulano, chino. Los ha pisado y los muy inútiles se han pegado a la suela de su zapato. He ido tras él porque yo los vi primero... - ¿No estaría, por casualidad, cerca de la tienda del señor Li? - ¿Qué tiene que ver ésto? - Nada. Siga, siga.

El caso es que el hombre se ha caído y he podido coger los papeles que, justamente, son décimos de la Lotería de Navidad ¿Te das cuenta, nena? ¡Me persigue el Gordo!

- ¿Por qué se ha caído el hombre, Cotilla? - Que importa eso. Le habrá dado un aire... - O un empujón. - Tú siempre barriendo para otros ¿Cómo vas a encontrar novio así? ... He metido una botella de cava en  la nevera jijijijiji

 

 

viernes, 20 de diciembre de 2024

Cosas incomprensibles.

La Cotilla no deja de entrar y salir de casa. - ¿A qué viene tanto ajetreo? (le pregunté) - ¡Estoy disfrutando como nunca! - ¡¿De subir y bajar la escalera a toda pastilla?! - No sabes el tiempo que hacía que no ocurría algo así y lo hago ahora que ya tengo ciento y pico castañas. ¿Y el pecho que tengo? Sin pasar por quirófano, nena. Se ha desarrollado tarde pero ha valido la pena. No sabes la sensación de poderío que siento cuando oigo los piropos que me echan los albañiles de la finca de la esquina. ¡Si supiera a quién poner un altar, se lo pondría!

Menos mal que no lo sabe porque sería el fin de Pascualita. La Cotilla lo publicaría urbi et orbe. Ya me imagino colas de reporteros bajo el árbol de la calle, móviles en ristre para inmortalizar a la sirena que ha sobrevivido a los milenios con sus respectivos cambios climáticos.

Se lo estuve contando a la abuela a través del teléfono y por su voz comprendí que se la comía la envidia. - "¿No estás exagerando en cuanto a la hermosura de sus pechos?" - Que sí, que sí. Mira las veces que nos ha mordido a todas y nunca nos han quedado tan espectaculares.

Sin apenas darse cuenta, la obra de arte se fue desinflando. Entonces la Cotilla montó un altar en la salita dedicándolo a todo cuanto santo o santa se le ocurría. La habitación se llenó de estampas, imágenes, etc... Toda una imaginería variopinta de dioses desconocidos que no lograban parar el desastre que se avecinaba. Hasta que, un día colocó la estampa de la fuente de Neptuno de Madrid vestido con la camiseta del Atletic y la pérdida de turgencia se paró.

 

jueves, 19 de diciembre de 2024

Por cotilla.

¡Qué rabia me da cuando desaparece el Servidor del ordenador y no hay manera de encontrarlo. Cuando me lo eche a la cara le va a caer la del pulpo!

Anoche lo esperé, como esas madres que esperan las llegadas de sus hijos en sus primeras salidas nocturnas, con el corazón en un puño. Y el tiparraco no apareció. Pregunté a la Cotilla cuando regresó de sus trapicheos: - ¿Ha visto a mi Servidor. por casualidad? - ¿Tenía que haberlo visto? Qué tienes cara, boba de Coria. Llevo AÑOS intentando ver a Pacual y no has sido capaz de presentármelo nunca ¡Jamás!

- ¿Quién es Pascual? (la preocupación por encontrar al Servidor me hizo bajar la guardia) - ¿Quién va a ser? ¡El querido de tu abuela! 

Es que... son cosas muy... personales, Cotilla. Yo ahí no tengo nada que ver. No lo conozco... - ¡Huy, que mentiraaaaaaa! ¿Cuántas veces he estado a punto de pillarlo y le has ayudado a esconderse? - Ninguna. Además, mi abuela solo tiene ojos para su Andresito. - ¡Mentira cochina! 

Por el rabillo del ojo vi movimiento en la pila de lavar del comedor. Pascualita, a la que le encantan las peleas, abandonó su cama de arena dispuesta a pasar un buen rato. Y vaya si lo pasó porque, en cuanto escuchó que la bruja de la Cotilla, a quien la sirena no puede ver ni en pintura, hablaba mal de su amiga del alma, saltó como un resorte gracias a su preciosa cola de sardina, cayó en el escote de la vecina mordiendo una y otra y otra y otra vez unos pellejos arrugados que, gracias a eso, se convirtieron en enormes y turgentes pechos dignos de películas italianas de los años cincuenta. Todo esto acompañado de gritos, lamentos, carreras, llantos, y trasiego de media botella de chinchón bebido a morro.

martes, 17 de diciembre de 2024

La venganza de las raíces.

Pascualita está inaguantable. Histérica perdida. Lo mismo suelta dentelladas a diestro y siniestro que salta dentro de lo primero que se le pone a tiro, como, por ejemplo, mi escote o el plato de sopa, recién salido del microondas. ¡Lo que me reí! Fue tal la quemadura que la casa olía a pescado hervido. 

Pensé que eso la calmaría pero no fue así. Estaba rabiosa y le di la culpa al árbol de la calle por cantar todo el día "Ojalá que llueva, café" Yo misma estaba hasta las narices de oírlo. Cuando se lo recriminé contestó que no era culpa suya sino de la vecina del segundo que un día tiró café desde su balcón, cayó en el alcorque, las raíces lo probaron y quedaron enganchados a la cafeína. - ¿La del segundo? ¡Será guarra la tía! - Estás ofendiendo al totem de las raíces... -

Cerró la boca al tiempo que su actitud corporal decía:-  Ahora sabrás lo que es bueno... Y así fue. La vecina del segundo se dio por aludida y vació una cafetera, recién echa, en mi balcón manchándolo todo. Incluso salpicó a la florecilla de mi única maceta  Ayayayayayayayaya...(se quejaba, pobrecita mía)

Furiosa como estaba, no se me ocurrió otra cosa que tirarle el agua con la que había fregado la cocina. Usé toda mi fuerza. Y el agua que, justo es decir que me avisó (¡Que no llego al segundo! ¡Que no llegoooo! ¡¡¡PLAFF!!!

No llegó...  porque, al perder fuelle, el agua cambió de rumbo y me cayó encima poniéndome como una sopa. ¡Puaf, que asco!

lunes, 16 de diciembre de 2024

Aspirina indultada.

En un rincón, bajo el aparador, un coro de voces blancas,,, y no tan blancas, cantaban antiguos villancicos. El coro lo formaban un montón de bolas  de polvo que desapareció en un plis plás en cuanto abrí el balcón y una ráfaga de viento, que debía estar ya hasta las narices del "¡arre borriquito...!",  se las llevó.

Dejé la aspirina que iba a tomar para aliviar el dolor de cabeza ocasionado por el tostón de tres horas escuchando lo mismo, en su caja. El suspiro de alivio de la pastilla resonó como un eco dando bandazos contra las paredes. - ¿Pensaste que iba a fundirte en una cuchara con agua, verdad? Dale las gracias al Viento que ha sido muy oportuno.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Nena, ayúdame que ya no tengo cien años, coñe. - La Cotilla traía a rastras un enorme Arbol de Navidad de plástico y en su bolsa sin fondo iban las guirnaldas, luces y bolas. - ¿Lo ha conseguido con el trapicheo de ésta noche? - No, lo he visto de camino a casa y como el Arbol que tenemos está un poco pallá, lo he cogido... - ¡Huy! me temo lo peor... ¿Estaba cerca de la tienda de los chinos del señor Li? - Pues sí... - ¡Lo ha robado! ¿Es que no tiene espíritu navideño, Cotilla? - No, de eso no tengo pero ¡de robarlo, nada! Estaba en la acera ¡abandonado! Y me he dicho que, para que lo coja otro, lo cojo yo. Y menudo sacrificio he echo porque pesa lo suyo.  - Ahora me dirá que las bolas estaban por el suelo. - ¿Cómo lo sabes, nena? Al final tendrás el don de la adivinación.

Y nos sentamos en la salita a tomar unos chinchones on the rocks aprovechando que había entrado ... ¡hip!... un rayo de sol.

domingo, 15 de diciembre de 2024

A por churros.

He salido a la calle a por churros. Cosa harto difícil durante el año pero ahora, cerca de las fiestas navideñas, precursoras de comilonas, turrones, orejones, dátiles... en fin, cosas ligeritas para el estómago, las churrerías rodantes proliferan en Palma como las setas en el bosque. Y como no puede haber churro sin chocolate, voy a tener que empezar la operación bikini el 21 de enero. Final de las fiestas en Palma.

En cuanto Pascualita ha visto que cogía el bolso ha saltado a mi escote, helada y chorreando agua de mar.  - ¡Jopé, sécate antes, puñetera!

La calle nos esperaba. Pasamos por el Ayuntamiento donde un nutrido grupo de personas hacían cola para ver el Belem. 

A medida que nos alejábamos, camino de la Catedral, las luces que iluminaban la fachada del enorme edificio, dejaban en penumbra la parte baja del mirador.

La isla volvíó a ser "de la calma" en aquel lugar frente al mar. La mente, libre, pegó la hebra con las piedras medievales del palacio de los antiguos reyes de Mallorca. 

Pascualita fue la primera que lo vio. La sombra del caballero que mató al Drac  y dio nombre a la leyenda, montaba el caballo que guarda el sueño del Obispo. Nos saludamos: - ¿Vas a por churros, nena? - Claro. Es lo que toca. - Que envidia... 

Por las viejas piedras de la Almudaina, mallorquines de tiempos pasados formaban coros hablando de sus cosas mientras lagartijas noctámbulas jugaban al escondite entre las fisuras de las piedras de la muralla. Pascualita, más vieja que nadie pero siempre rejuvenecida, disfrutaba del paseo tanto como yo...

sábado, 14 de diciembre de 2024

Calentando motores navideños.

 El árbol de la calle aporreaba la cristalera del balcón y las persianas mallorquinas, con sus ramas desnudas de hojas. - ¡Déjame entrar, nena, que hace un frío que pela! - Estamos en diciembre y sigues con la costumbre de desnudarte en éstas fechas ¡Cambia el chip, hombre, que ya tienes una edad! 

La escoba me susurró al oído: - Dile que es un guarro ¡Mira como tiene la calle llena de hojas secas! - Recuerda a ese espárrago que me encanta comerme a marisabidillas como ella. - Enfrascados en plena discusión, yo tomé las de Villadiego y entre en casa cerrando luego el balcón. 

Estaba preocupada por Pascualita. No la había visto en toda la mañana. Llamé a mi primer abuelito para informarme pero no pudo decirme nada: - Estoy estresado, nena. Los grandes modistos preparan sudarios, a cual más espectacular, para lucir en Navidad y yo tengo que probármelos todos. ¡No doy abasto! Menos mal que me libro de los pinchazos de los alfileres. Si vieras cómo disfrutan los muy jodíos... son unos sádicos. pero mi cuerpo es puro polvo de estrellas y no se me clavan. 

Mi primer abuelito desapareció pero me dejó una pista infalible: un reguerillo de gotas de chinchón que, saliendo del aparador, subían al cuadro de la Santa Cena donde había fiesta, pasaban luego frente al cerrado balcón, entraban al comedor y de allí a la salita donde una contenta sirena cantaba a coro, entre hipos, risas y sorbos al chinchón on the rocks (ya sin rocks) que anoche dejé en la mesita de centro: - ¡¡¡El vino que tiene ... ¡hip!... Asunción, ni es blanco, ni tinto ... ¡hip!... ni tiene coooooooooloooooooooor!!! ... ¡HIP!


 

 

viernes, 13 de diciembre de 2024

Queja navideña.

Hoy mi calle era un escándalo. Del primer al último platanero, adornados todos con cables de luces led, los gorriones, tórtolas y palomas que los habitan, hacen oír sus voces porque no pueden dormir. : Una pancarta decía: ¡Queremos dormir sin antifaz! - Otra clamaba por la tranquilidad de los pequeños: - ¡Nuestros pollitos no duermen porque no saben cuando es de noche! 

El cielo se oscureció cuando todos los pájaros a la vez, levantaron el vuelo y pudimos leer sus quejas... Bueno, no es por presumir pero quien, únicamente entre todo el vecindario, las leyó fue mi menda lerenda.

La manifestación de pájaros quejosos con la iluminación navideña duró horas. El escándalo de sus distintos trinos fue aprovechado por algunos músicos que los grabaron, les pusieron música y se cree que reemplazarán a los manidos villancicos.

Ante eso, solo me queda el recurso del pataleo (me quejé ante Pascualita) ¿Por qué no se me ha ocurrido a mí? Podría ganar un pastón vendiendo trinos protesta. ¡Siempre llego tarde a todo! Mira que habré visto películas de romanos en mi vida. Tios que iban siempre con minifalda. Pero no se me encendió la chispa. Tuvo que ser una paisana de Geoooorge el mayordomo inglés, Mary Cuant, que llegó y la inventó después del té de las cinco. Y claro, ¡se forró!

Los ojos de pez de la sirena ya no me veían, dormía como un ceporro en lugar de escuchar mis lamentos. 

jueves, 12 de diciembre de 2024

Si la envidia fuera tiña...

Ahora que no busco a Bedulio, me lo encuentro por todo ¡Hasta en lo alto de la copa del árbol de la calle! - ¿Qué haces ahí? (le pregunté) - ¡Eso mismo he dicho yo! (bramó la bocaza de madera) - Pasar desapercibido por vuestra culpa. - ¡¿Perdonaaaaaa?! - Habéis contado a todo quisqui que se os ha puesto a tiro, las novedades de la Cabalgata de Reyes, diciendo que soy el ideólogo de sus cambios y me salen enemigos de todos los colores.

- Todas las culturas que viven en Palma quieren lo mismo. Para contentarlos tendríamos una cabalgata enooooorme y un poquito de público viéndola pasar. Sabía que pasaría algo así si te enterabas. Por eso me escondí.

Por toda respuesta, el Arbol de la calle se ofreció como magnífico trono para sus Majestades. - Menos lobos, Caperucita, que en tu copa no cabe tanta gente.

Poco a poco, los personajes se unían a la conversación y acabamos pareciendo la ONU en plena discusión. La gente que pasaba bajo el balcón levantaba la cabeza y pronto estaban dando sus opiniones. El único que no la dio fue Pompilio porque pensó que quienes imitaran a gentes tan antiguas no llevarían calcetines.

En el cuadro de la Santa Cena, los comensales se sintieron ofendidos: - ¿Qué ha querido decir Pompilio? ¿Que somos unos pobretones? Eso me ha parecido (se iban soliviantando a medida que hablaban) - ¡Soy dueño de una barca, pitufo! - ¡Y yo! - ¡Y yo... 

Unos pasitos, rápidos y nerviosos, trajeron a un furioso Pompilio: - ¡PUTIFO! ¿PITUFO ,YO? ¡¡¡PITUFO VUESTROS SEÑORES PADRES, JODÍOS!!!



 

miércoles, 11 de diciembre de 2024

¿Por qué no?

 Pasé por la tienda de los chinos del señor Li. - Perdone ¿ha visto a Bedulio? - Yo peldonal si tu dal a mi gambas goldas. - ¿Qué tiene que perdonarme, oiga usted? - Mi no sabel pelo tu decil que yo peldonal. - Es un modo de hablar y demostrar mi educación. - Ah, sel cosas lalas éstas. - Bueno ¿ha visto a Bedulio sí o no? - Yo no vel a municipal polque tenel una catalata en ojo. - ¿Bedulio? - Nooo. Yo, señol Li - ¡Que complicado es hablar con un chino!

Estuve preguntando por ahí pero nadie había visto al Municipal ¿Se lo había tragado la tierra? En ese caso tal vez, ahora mismo, estaba con mi primer abuelito en el Más Allá tejiendo una bonita amistad entre ellos.

 Ese día no saqué nada en claro y no me quedó otra que acudir al cuartel de los Municipales. Pregunté por Bedulio y a mi alrededor se hizo un vacío. Los agentes de la autoridad más cercanos a mi se apartaron hasta chocar con la pared. - ¿Qué pasa? - No podemos decirte nada, boba de Coria. Nuestros labios están sellados. - ¡Ya sé! ¡Se lo ha tragado la tierra! si ya lo decía yo! ¿A qué ha sido la mafia china? El muy traidor se ha pasado al enemigo. ¡Anda que no hace años que lo tengo calado! 

A todo esto, los municipales presentes negaban con la cabeza, justo cuando un grupo de chinos salio de uno de los despachos. - ¡Oh, noooo! ¡Estáis todos compinchados! ¡Socorrooooo!

- ¡Deja de gritar, jodía! Tienes razón. (dijo Bedulio, que iba tras ellos) Hemos claudicado por agotamiento: Los Reyes Magos del 2025 serán chinos y en lugar de tronos o dromedarios, irán en Dragones... chinos, por supuesto... ¡snif...

                     

martes, 10 de diciembre de 2024

¿Bedulio tontea con la Mafia china mallorquina?

Teniendo en cuenta que dos y dos son cuatro y cuatro y dos son seis... me pregunto ¿a qué vino Bedulio el otro día a casa? Cómo no vaya buscarlo yo, me quedaré sin saberlo. El caso es que no tengo ni idea de dónde se metió cuando salió corriendo como alma que lleva el Diablo.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! - Hola, Cotilla ¿no habrá visto a Bedulio por casualidad? - Por casualidad, no. - Y se dirigió a su cuarto. - ¡¿Y sin casualidad?! (le grité) - Sí. - ¿Se puede saber dónde? - ¡Claro que se puede, faltaría más! 

Esta mujer me saca de quicio: - ¡¿Dónde ha sido?!  - En la tienda de los chinos del señor Li (se encerró en su cuarto dando un portazo) - ¡La madre que la parió! - ¡No, la madre no estaba, boba de Coria! (La voz de la Cotilla atravesó la puerta de conglomerado. A partir de ahí, dejé de oírla.)

No me quedó más remedio que preguntar a todos los personajes, cosa que me llevó todo el día. Finalmente me contenté con seguir ejercitando mis dotes de rapsoda para deleite de mis fans, las bolas de polvo: Seis y dos son ocho. Y ocho... (aquí el silencio, en su justa medida, puso los pelos de punta a quien los tiene. Por ejemplo, Pascualita erizó sus pelo-algas y el árbol de la calle sus ramas más pizpiretas. Las caras de la Cristalera se apañaron como pudieron - Estábamos emocionadas (dijeron luego)

Un redoble de tambor en la lejanía se fue acercando hasta hacerse atronador para, de repente, parar. Y en medio de un silencio absoluto, solté: - ¡¡¡DIECISEIS!!!

La ovación fue a.t.r.o.n.a.d.o.r.a.... pero sigo sin saber qué quería Bedulio.

 

lunes, 9 de diciembre de 2024

¿Qué quería Bedulio?


Llamaron a la puerta. Temiendo que fuera el vecino de arriba abrí la puerta pertrechada con la escoba como arma defensiva, a pesar de las quejas de la susodicha. - ¡Te denunciaré ante el Sindicato de Escobas y fregonas! Estoy para barrer. Punto pelota. - No te pongas chulita que, si hay que arrear escobazos, se arrearán. - ¡Soy pacifista, boba de Coria!

Por suerte para todos, en el rellano estaba Bedulio, tiritando de frío. - ¿Si te pido asilo... político, me acogerás? - Depende. ¿Traes el bolc de multas? - El municipal se puso a la defensiva. - ¿Me vas a hacer chantaje? ¡Eso no se le hace a un profesional de la Ley y el Orden! 

- Para una vez que tengo la oportunidad... ¿no pensarás que la dejaré pasar? Son muchas las multas ilegales que me has puesto, Bedulio. Hasta mi primer abuelito está enfadado contigo por eso - Un escalofrío recorrió su espina dorsal para, al final, darle una fuerte sacudida que a punto estuvo de tirarlo al suelo.

El ánima de mi primer abuelito, sentado como un faquir a altura de mis orejas, dijo: -  ¿Puedo preguntar con voz fantasmal, nena? - ¡Ancha es Castilla! (grité) - Cinco segundos después, Bedulio desaparecía, corriendo, tras la esquina de la calle. El abuelito estaba decepcionado: - Si no me ha dado tiempo a nada... Solo he abierto la boca... ¡JO!






















domingo, 8 de diciembre de 2024

¿Otra multa?

Era plena madrugada cuando en mi cabeza resonó una voz de ultratumba que consiguió hacerme batir el récord mundial de salto de altura sin haber entrenado nunca. -  Huy, nena ¿acaso te he asustado? (dijo la voz "normal" de mi primer abuelito) - ¡Pensé que era un alma en pena quién me hablaba ¿A qué ha venido ésto?

Me contó que, por lo visto, está dando que hablar el que lleve tanto tiempo en el Más Allá y siga hablando como los vivos.  Hay mucha envidia cochina por aquí - ¿Qué me dices, abuelito? ¿acaso no sois almas buenas y puras quienes habitáis ese lugar? - En teoría sí, pero, últimamente se ha relajado mucho el derecho de admisión y algunos pecadillos se nos han colado. Por eso estoy ensayando el habla fantasmal.

Antes de despedirnos quedamos en hablarnos como siempre. ¡Menos mal!

Por  cierto, el vecino de arriba ha venido a protestar por despertarlo con un cañonazo. Le he explicado que todo ha sido consecuencia de un susto que me ha catapultado hacia arriba pero, aunque le he mostrado el espectacular chichón que me salió, no me ha creído. Se ha ido dando un portazo mientras seguía hablando por lo que solo oído el final de su frase: ... llamaré al municipal Bedulio.

viernes, 6 de diciembre de 2024

Tarde de refexión...

Pascualita está amodorrada. Hace frío porque en la tele lo han dicho y ella cree mucho en ese totem casero que guía nuestras vidas. La sirena, desde que salió del ¿huevo? ¿alga? ... siempre tuvo un totem a mano para poder echarle las culpas. Supongo que en aquellos años en que todo estaba aún por hacer, en cuanto nacía "algo" se daba por bueno, fuese cómo fuese y así se fue poblando el planeta

Por eso, el primer pez, o persona, con las trazas de la sirena, no era considerada un fallo de la Naturaleza sino un experimento aceptado por el resto. 

Me pregunto si allí donde salió al mundo, se había inventado el pegamento. Sería la opción más aceptable: alguien encontró medio pez y medio proyecto de persona y como no tenía nada mejor que hacer, se entretuvo pegando los trozos. El resultado le satisfizo tanto que se dijo: ¡Que bonito soy, madre. Y que listo! - E, implantando una costumbre que dura hasta nuestros días, sopló (miles de milenios después se cambiaría la "cosa rara" por una tarta de chocolate y sus correspondientes velitas) Sopló fuerte infundiendo Vida al adefesio. Y he aquí como apareció la primera sirena o sireno.

Si es que todo tiene su explicación usando el sentido común.

jueves, 5 de diciembre de 2024

El árbol de la calle está depresivo.

Las bolas de polvo que viven bajo los muebles de la salita son de los personajes mejor informados de todos porque tienen el televisor. Pero son unas pejigueras y les faltó tiempo para correr a contarle al árbol de la calle que su iluminación navideña era un quiero y no puedo comparado con la que ha puesto el Alcalde de Vigo.

 - ¡Se ve desde la Luna! (gritaron) - ¿Cómo lo sabes? (preguntó un alicaído árbol) ¡Porque lo ha dicho un anillo de Saturno en la tele! - ¡¿Estás diciendo que un anillo HABLA?! - Si, señor. Como tú y como yo.

Quedó muy triste el árbol de la calle y poco a poco, fue cambiando su aspecto hasta acabar en sauce llorón ¡Y vaya si lloró!

Las lágrimas caían en abundancia sobre el alcorque que no tardó en anegarse. - ¡Para ya, jodío, o tendrán que venir los bomberos a achicar agua! (protestó furioso) - Me pareció una idea magnífica y no dudé de echarle leña al fuego poniéndome a cortar cebollas a fin de hacer más grande la catarata.

Con los ojos hinchados a más no poder, penas veía, recibí a los bomberos con mi mejor sonrisa hasta que recordé la rebanada de pan payés tostado, con aceite de oliva y dos ajos bien refregados, que desayuné ésta mañana. 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


miércoles, 4 de diciembre de 2024

Cada loco con su tema...

Dos semanas lleva Andresito en casa y sin síntomas de coger el portante y largarse a su Torre del Paseo Marítimo. Está como un rey el tío. No hace nada. Ni siquiera se ha dignado a abrir alguna lata de fabada asturiana a la hora de la comida.

Cuando le insinúo por qué no se va, replica que, desde que ha dejado de escuchar a las dos mujeres de su casa: su madre y su esposa, duerme toda la noche de un tirón. - Y encima aguantar todo el santo día, la música que tocan los cubanitos-culitos-respingones a los que mi madre tiene tanta afición y que viven a la sopa boba en la Torre del Paseo Marítimo.

Al paso que van las cosas, la abuela alargará la vuelta de su marido porque, como es bien sabido, Pascualita, con su sola presencia, acaba con su asma crónica.

La nota discordante de ésta historia la pone el ánima de mi primer abuelito a quién no le hace ni pizca de gracia que la Momia (su amor platónico) esté de bailoteo sandunguero con los cubanitos. - Ya no sé que sudario, a cuál más espectacular, ponerme para que se fije de nuevo en mi. 

Los personajes de casa están pendientes de qué adornos navideños les tocarán en suerte: - Espero que no vuelva a tocarme, otra vez, la figurita del gran lobo feroz que lo observa todo desde el tejado de la casa más pequeña del belen ¡Ya está bien, hombre!

martes, 3 de diciembre de 2024

Ponerse a Plan.

El teléfono sonó muy temprano y pensé que era parte de un sueño pero no, porque insistió, machaconamente, hasta que pregunté: - ¿Cree que son horas de despertar a las buenas gentes que conformamos nuestro País y lo levantamos con nuestro esfuerzo diario? - Del otro lado del teléfono alguien dijo: - Usted perdone...

A pesar de reconocer la voz me hice la longui y colgué pero el caso es que ya me había espabilado. Tres horas después la voz de mi segundo abuelito, Andresito, sonó fuerte y clara. - Hola, nena. Estoy que no me llega la camisa al cuerpo.... - ¿Has adelgazado? - Esta madrugada me ha hablado la voz de España... - ¡Jopé! - Estoy emocionado... ¡snif!... Tengo que pedirte Asilo Familiar porque a tu abuela no hay quien la aguante. - Vaaaaleeee... - Me ha puesto a régimen hasta que tenga el cuerpo de el Brad Pitt de la película Telma y Louise - Estarás guapote. - A mis ciento y poco años... ¡Es imposible!

Me contó que se habían compinchado su madre, la Momia y tu abuela. Ellas también se han puesto a plan. Toda la comida es verde ¡hasta sueño en verde! Hablando de verde, nena. Tu abuela ha aceptado que te pida Asilo Familiar ¡solo! si me intercambias por lo que hay en la pila de lavar del comedor. O sea, algas y agua ¿Ves cómo está como una cabra?

Por el rabillo del ojo vi el gesto de triunfo de Pascualita, asomada al borde de la pila de lavar,  como diciendo: ¡¡¡BIEN!!!

 

lunes, 2 de diciembre de 2024

El miedo es libre.

Este año, al Invierno, le está costando ir a trabajar.  Le han escuchado despotricar contra el frío, los constipados o la Gripe, a la que tanto le gusta figurar en todas las conversaciones, ya sea en los Consejos de Ministros, en el Vaticano o en los puestos del mercado de Pere Garau,

El Invierno está harto de ser el malo de la película. Quiere que lo mimen. Que le den calditos de gallina. Que lo arropen con mantas suaves al tacto y le canten nanas para dormirse acurrucado junto a una chimenea encendida.

Las otras tres Estaciones están que trinan ¿A qué viene tanto cuento si es el único por quien encienden velas y luces de colores? Adornan árboles. Se hacen comilonas. El cava y los turrones están en todas las mesas.

- No hay que hacerle caso ¡Es un tiquismiquis! ¡Me niego a dorarle la píldora! (protestó, airada, la Primavera)

Me di cuenta, mientras escuchaba a las Estaciones, que Pascualita ponía los ojos en blanco oyendo estas protestas. Llamé a la abuela. Un cuarto de hora después escuché el concierto de pitos por el aparcamiento del rolls royce en la parada del bus.

- "Traigo colirios para mi sirenita preciosa" - ¿Preciosa? No es ella quién necesita colirios... - "Que mala es la envidia" 

Llamé a mi primer abuelito, que estaba en el probador de sudarios de Oscar de la Renta apunto de probarse un nuevo modelo, para que tradujera a Pascualita... -  Una vez el Invierno se pasó tres pueblos acaparando frío. Era muy joven todavía y tenía la cabeza a pájaros. Montó tal  Glaciación que todavía se recuerda aunque han pasado millones de años... y sigue pagando la penitencia que le impusieron.

- "¿De dónde sacas este... cuento chino, nena?" - Son palabras de tu Ex.

La abuela no dejo nada pero el color desapareció de su cara...

 

domingo, 1 de diciembre de 2024

Topetazos.

Pascualita ha pasado del agua fría  de la pila de lava del comedor, al calorcito de mi escote, que al sentir el cuerpo mojado de la sirena, se enfrió al instante como por arte de mágia.

- ¡La madre que te parió, medio sardina! ¡Estás helada! - La cogí por los pelo-algas, hice molinete y al soltarla, voló a velocidad supersónica chocando su cabeza contra la de la Cotilla. Se oyó un fuerte ¡CLONC! y ambas cayeron al suelo sin conocimiento

 Viendo que todo había terminado bien, los comensales de la Santa Cena recordaron, entre suspiros de añoranza, los campeonatos de topetazos de carneros de sus tiempos jóvenes. Aquello eran cabezazos. ¡Y algunos se apostaban hasta la casa donde vivían! Era una locura.

El comensal de las treinta monedas, entusiasmado por los recuerdos, gritó: - ¡Apuesto mis monedas por Pascualita! - ¡Qué dices, hombre! Si tiene una cabecita... - ¡Durísima! 

El entusiasmo creció a medida que sus gritos hasta que yo dije: - ¡Tus monedas no valen! - Ya salió la aguafiestas de siempre: - dijo el "potentado" - ¡Juguemos con el dinero del Monopoli! (soltó mi primer abuelito, al que le brillaban los ojos, por el reflejo de la seda de su sudario nuevo y la ambición del juego: - ¡¡¡JUGUEMOS!!! - Gritamos todos.

Fueron muchos los topetazos entre Pascualita y otros contrincantes. Cuando acabó el juego repartí aspirinas a todos. El ganador tenía ante sí todo el dinero del manopoli más sus treinta monedas y una sonrisa de oreja a oreja.