Este año, al Invierno, le está costando ir a trabajar. Le han escuchado despotricar contra el frío, los constipados o la Gripe, a la que tanto le gusta figurar en todas las conversaciones, ya sea en los Consejos de Ministros, en el Vaticano o en los puestos del mercado de Pere Garau,
El Invierno está harto de ser el malo de la película. Quiere que lo mimen. Que le den calditos de gallina. Que lo arropen con mantas suaves al tacto y le canten nanas para dormirse acurrucado junto a una chimenea encendida.
Las otras tres Estaciones están que trinan ¿A qué viene tanto cuento si es el único por quien encienden velas y luces de colores? Adornan árboles. Se hacen comilonas. El cava y los turrones están en todas las mesas.
- No hay que hacerle caso ¡Es un tiquismiquis! ¡Me niego a dorarle la píldora! (protestó, airada, la Primavera)
Me di cuenta, mientras escuchaba a las Estaciones, que Pascualita ponía los ojos en blanco oyendo estas protestas. Llamé a la abuela. Un cuarto de hora después escuché el concierto de pitos por el aparcamiento del rolls royce en la parada del bus.
- "Traigo colirios para mi sirenita preciosa" - ¿Preciosa? No es ella quién necesita colirios... - "Que mala es la envidia"
Llamé a mi primer abuelito, que estaba en el probador de sudarios de Oscar de la Renta apunto de probarse un nuevo modelo, para que tradujera a Pascualita... - Una vez el Invierno se pasó tres pueblos acaparando frío. Era muy joven todavía y tenía la cabeza a pájaros. Montó tal Glaciación que todavía se recuerda aunque han pasado millones de años... y sigue pagando la penitencia que le impusieron.
- "¿De dónde sacas este... cuento chino, nena?" - Son palabras de tu Ex.
La abuela no dejo nada pero el color desapareció de su cara...
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