Subiendo por Conquistador, tira, tira para no echar el bofe por la boca, pensé que ya iba siendo hora de que allí se pusiera un transporte para ahorrarnos la cuesta a los palmesanos.
A mis espaldas resonaron los cascos de varias caballerías. Al volverme vi una pareja de mulas tirando de una especie de tranvía, con pasajeros que me señalaban con el dedo: - Esa mujer tiene buenas piernas jejejeje
Pascualita, curioseaba desde el termo de los chinos. Le dije: - Deben rodar una película de época... pero no veo la cámara por ningún sitio. - En lo alto de la cuesta otra pareja de mulas esperaba para hacer el relevo y bajar hasta el Borne. - Hacía años que no veía mulas y mira que son guapas.
El ayuntamiento estaba engalanado para conmemorar las fiestas de Navidad. Los pavos andaban tranquilamente por las aceras mientras a la entrada del Ayuntamiento, la gente hacia largas colas para visitar el Belén el de todos los años.
Sentí que me tocaban el hombro. Al volverme, un hombre negro y ricamente vestido, me dijo: - ¡Ya estás tardando en ir a tu casa! - mientras yo pensaba: - Este no ha venido en patera. - Entonces, sin pretenderlo, mi boca habló: - ¿Por fin habrá bicicleta éste año? - Pero el hombre ya no estaba...
¿Sabes quién era? - pregunté a Pascualita que, por toda respuesta, me enseñó su peligrosa dentadura de tiburón. Me pareció oír: Baltasar pero cualquiera se fía de lo que diga la media sardina....
¡Uf, menuda siesta... hasta he soñado!
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