Tengo echa la lista de los números de la lotería de Navidad. Los que yo juego, claro. Y una botella de cava, vasos de la tienda de los chinos del señor Li y varias cartulinas blancas donde he copiado mis números. Estas las colocaré mañana en la salita frente al televisor para que los vean bien los niños cantores de San Ildefonso. A ver si éste año espabilan y cantan lo que tienen que cantar ¡mis números!
Este año no quiero excusas. ¡Ya está bien, hombre! Luego lo celebraremos con cava o con una chocolatada con ensaimadas. Y a experimentar lo que se siente en esos momentos en que tu número aparece en pantalla y una voz seria lo repite.
Pascualita me mira desde la ventana de la cocina. El OOOOOOOOOOOOOOOOOOO de Pepe el jibarizado no parece confiar mucho de mi entusiasmo-dudoso. Debe ser porque el no juega al Gordo de la Loteria. No tiene patrimonio ¡ni una perra chica! para comprar una papeletea. Al quedarse en simple llavero se dio por sentado que no necesita comer por lo tanto, no necesita cartera. Menos mal porque ya me dirás dónde la mete.
- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Corre, nena. cierra la puerta! - ¿Qué pasa? - He visto unos papeles en el suelo. Al agacharme a ver de qué eran ha pasado un fulano, chino. Los ha pisado y los muy inútiles se han pegado a la suela de su zapato. He ido tras él porque yo los vi primero... - ¿No estaría, por casualidad, cerca de la tienda del señor Li? - ¿Qué tiene que ver ésto? - Nada. Siga, siga.
El caso es que el hombre se ha caído y he podido coger los papeles que, justamente, son décimos de la Lotería de Navidad ¿Te das cuenta, nena? ¡Me persigue el Gordo!
- ¿Por qué se ha caído el hombre, Cotilla? - Que importa eso. Le habrá dado un aire... - O un empujón. - Tú siempre barriendo para otros ¿Cómo vas a encontrar novio así? ... He metido una botella de cava en la nevera jijijijiji
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