Las bolas de polvo que viven bajo los muebles de la salita son de los personajes mejor informados de todos porque tienen el televisor. Pero son unas pejigueras y les faltó tiempo para correr a contarle al árbol de la calle que su iluminación navideña era un quiero y no puedo comparado con la que ha puesto el Alcalde de Vigo.
- ¡Se ve desde la Luna! (gritaron) - ¿Cómo lo sabes? (preguntó un alicaído árbol) ¡Porque lo ha dicho un anillo de Saturno en la tele! - ¡¿Estás diciendo que un anillo HABLA?! - Si, señor. Como tú y como yo.
Quedó muy triste el árbol de la calle y poco a poco, fue cambiando su aspecto hasta acabar en sauce llorón ¡Y vaya si lloró!
Las lágrimas caían en abundancia sobre el alcorque que no tardó en anegarse. - ¡Para ya, jodío, o tendrán que venir los bomberos a achicar agua! (protestó furioso) - Me pareció una idea magnífica y no dudé de echarle leña al fuego poniéndome a cortar cebollas a fin de hacer más grande la catarata.
Con los ojos hinchados a más no poder, penas veía, recibí a los bomberos con mi mejor sonrisa hasta que recordé la rebanada de pan payés tostado, con aceite de oliva y dos ajos bien refregados, que desayuné ésta mañana.
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