Cuando ésta mañana, al salir de mi portal, me he dado de bruces contra uno de los trabajadores de la zanja y me ha dicho: - Perdone, ¡¿SEÑORA?!. - ¿Con que ojos me ha mirado el mastuerzo ese? ¿Cuántos años me ha echado? Lo he mandado al oculista con cajas destempladas.
Pues sí que empezamos bien el día... Y, encima se ha picado por lo que le he dicho. Menudo mostrenco que, además de arrollarme a la salida de MI CASA, me degrada a SEÑORA. Esto no va a quedar así. Y encima, riéndose en mi cara, dice: - Huy, lo siento. Ya veo que el Señora le viene muy grande.
¿Qué habrá querido decir? - ¿De qué vas, Blas, rebuznando de buena mañana? le recité - Aquello no tenía pinta de acabar bien y yo no tenía a mano a Pascualita. Tenía que irme de allí ipso facto porque lo que empezó siendo una discusión de dos, ahora era un pequeño tumulto con pinta de ir agrandándose con la llegada de más gente ¡y Bedulio! que pidió explicaciones y obtuvo cincuenta versiones distintas.
Cuando el Municipal acabó entendiendo que, lo que fuera que había pasado, tenía que ver conmigo, el color desapareció de su cara y dijo algo que nadie, salvo yo, entendió: - ¿Está tu primer ...? - Quiere bajar... (contesté)
En un santiamén Bedulio repartió multas, disolvió el tumulto. Mandó circular a la gente Y salió por pies hacia la esquina más próxima, por donde desapareció.
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