Decidí que, con el buen tiempo que hace, no iba a pasarme la mañana en la cocina,,, aunque sea para abrir una lata de fabada. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! ¿Decías algo, boba de Coria? - Sí. Que siendo dos, podríamos pagar a medias, un pollo al ast y nos libramos de cocinar.
La Cotilla clavó en mi su mirada. - Que yo sepa, no me ha tocado la lotería. - A mi tampoco pero ¿ha visto que sol más radiante hace? Ande, no se haga la remolona que ya sé que tiene más dinero que un torero, - ¿Y?...
Sería porque me notó el nerviosismo en la voz, pero Pascualita subió rauda hasta el borde de la pila de lavar del comedor y no le quitó ojo a la Cotilla que estaba demostrando ser más agarrada que un chotis.
Mi primer abuelito, enfadado y envuelto en un sudario de lo más primaveral apareció derrochando polen por quilos. ¡Menos mal que a mi no me afecta! ... pero sí a la Cotilla que empezó a estornudar como una posesa. Fue tal la escandalera que hizo con tanto ¡AAAATTTCHIIIIISSSSS! seguido que se alarmó el vecindario.
- ¿De dónde sale tanto estornudo? (gritó alguien desde su balcón) - Se especuló sobre ello y poco a poco, afloraron los miedos a una nueva pandemia: - ¡Aaaayyyy, se me acabaron las mascarillas! -
Se formaron colas en las farmacias - ¿Qué pasa? (preguntaban los farmacéuticos) - !!!Hay mucho estornudo!!! - Será el polen... (opinó uno) . ¡Ya salió el sabio Salomón! (replicó otro). Iban a llega a las manos cuando una voz dijo: - ¡Papel de vateeer! - Y asaltaron el supermercado que estaba cerrado.
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