martes, 29 de abril de 2025

Histórico apagón

Andresito y la abuela me llamaron para pedirme asilo familiar. Pero lo hicieron por separado. Primero fue la abuela: - "¡No aguanto más a tu abuelastro!" - ¿Quién es ese? - "¡Andresito, alma de cántaro!" - ¿Por qué le llamas así...? - "No quiero nombrar al soso que tengo por marido. ¡Con lo bien que me lo estaba pasando en aquel ascensor y va él, mueve todos los hilos de influencias y me sacan en lo mejor de la juerga!" - Pero si ya llevabais un montón de horas encerrados y el apagón no tenía visos de acabar. - "¡Eres clavadita a él. Ni que tuvieras su misma sangre!"

Poco después llamó Andresito: - ¡Acógeme, por favor, nena! No entiendo a tu abuela. He movido cielo y tierra para sacarla de aquel ascensor y está más cabreada que un mono. Cuando los sacaron iban todos en paños menores... por la asfixia, sería.

Cuando sonó, de nuevo el teléfono, era la Momia, mi bisabuelastra: - No entiendo a ésta juventud, nena. No quieren escucharme. He mandado a los cubanitos-culito-respingones a tomar viento. Y todo porque el apagón me ha recordado mi niñez en Ciudadela cuando el farolero encendía cada noche, las farolas de gas. 

La noche fue así desde siempre: negra. Salvo el resplandor de las hogueras o las velas. Pues eso contaba. Y no han querido escucharme ¡Pues, anda y que les vayan dando! Acógeme en tu casa, nena!

Los acogí a todos, naturalmente y en cuanto colgué, me fui de casa con Pascualita en el termo de los chinos, a disfrutar del apagón, ya histórico. Los más contentos eran mi primer abuelito y la Momia. Cada vez más cerca de encontrarse... Son adorables.

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