domingo, 6 de abril de 2025

¡A la playa!

Teniendo la playa a viente minutos a pie desde casa, Y haciendo un día espectacular de primavera-verano, solo podía hacer una cosa: ¡ir a la playa! Por lo visto Pascualita leyó mi pensamiento, cosa que no me hace ni pizca de gracia porque ya no tendré intimidad... ¿Quién le ha enseñado a leer a este bicho?

Decía que la sirena me esperaba en la mesa de la cocina junto con el termo de los chinos. A su lado esperaba también, Pepe el jibarizado. Me pareció que su ojo-catalejo se movía con más ímpetu que otras veces aunque, vaya usted a saber si no se trató de un espejismo. El caso es que, aún sin hablar, se expresaron muy bien ambos personajes.

Al poner el pie en la acera, desde el balcón, nos llovieron silbidos, trinos, gritos de ¡enchufaos! y aplausos al compás. No me quedó otra que levantar los brazos agradeciendo la despedida mientra los vecinos que estaban en la calle, me miraban alucinados, entre otras cosas, porque ni oían ni veían la escandalera que montaron, desde el árbol de la calle hasta la última bola de polvo.

Alguien dijo: - Con ésta cabra loca su abuela se quedará sin bisnieto. Pobre mujer Con lo buena que es. 

Pudo haberse montado un pollo pero opté por marcharme. Sobre mi cabeza, como una nube de tormenta, flotaba mi primer abuelito más cabreado que un mono: - ¿Ha dicho que mi ex es una buena mujer? ¡¿Lo ha dicho?! ¡Huy, que sofoco estoy cogiendoooooo!

Y yo que pensaba disfrutar de una primaveral y tranquila, mañana de playa...

 

 

 

 

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