domingo, 9 de marzo de 2025

¡Bien por Pascualita!

El señor Li ya ha regresado de la China. Me lo ha dicho la Cotilla que llegó de la calle toda contenta. - Mira lo que me he encontrado en la calle. - ¡¿Una cafetera?! - Una no, varias. Esta noche me las llevaré al trapicheo y .... - Déjese de cuentos y llame a las cosas por su nombre: ¡Se las ha robado al pobre señor Li! Un día encontrará la horma de su zapato y tendrá un disgusto. - ¡Que culpa tengo yo de que dejen las cosas abandonadas en las aceras, lengua larga!

Llamaron a la puerta insistentemente. - ¡No abras! (gritó la Cotilla mientras palidecía y corría a encerrarse en su cuarto) - ¡Tu ablil, boba de Colia! Señol Li tlael legalo de China pala ti. - Que amable... - Al abrir la puerta se me llenó la casa de chinos. 

Pascualita se asomó, curiosa, entre las algas de la pila de lavar del comedor y pudo ver como se pusieron éstos al ver las cafeteras y no hacían caso a mis preguntas: - ¿Traéis mi regalo? ¿Es turrón chino? ¿Dónde está?

En un segundo los trabajadores del señor Li arramblaron con las cafeteras entre gritos y aspavientos cada vez más amenazantes. Por una vez y sin que sirva de precedente, la sirena me defendió escupiéndo buchitos de agua envenenada, bien repartidos en orejas y narices. 

El griterío dio paso a los ayes de dolor y espanto al ver como crecían, sin ánimo de parar, sus apéndices faciales. Y como la puerta estaba abierta, desaparecieron por allí cargados con las cafeteras.

Antes de llegar a la calle les grité: - ¡Acordaros de traer mi regalo la próxima vez que vengáis!

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