Me hago cruces de las horas que debió costarle a la sirena ponerse guapa... pero valió la pena. ¿Cómo lo haría? No puedo imaginármelo. Tal vez la bisabuelastra tiene algún secreto y se lo traspasó ¿Y por qué no a mí que soy su nietastra?
Llamé a mi primer abuelito: - ¿Sabes algo de esto? - A mi amada no le hacen falta trucos de belleza porque no lo necesita. ¡Es bellísima!
Seguí preguntando a todo bicho viviente que se me ponía a tiro. Las bolas de polvo solo reconocían los polvos Maderas de Oriente. - La Escoba y la Fregona recordaban vagamente un potingue llamado Bella Aurora: - Recuerdo que tuvimos que recoger un bote que se cayó y se hizo cisco pero... - ¡Solo me habláis de antiguallas!
- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¿Lo de antigualla no irá por mi, verdad? No vengo con ganas de guerra - ¡No, Cotilla! Pues sí que viene usted de uñas... - Porque me han tenido tooooda la noche mirando al cielo ¡Menuda trola lo de la alineación de siete cometas ¡Siete, oiga! ¡Cómpreme usted este ramito pa lucirlo en el ojaaaaal!. Ni uno vi. Pura tomadura de pelo que me ha dejado una tortícolis galopante. Ay, ay, me voy dormir un rato
Me senté en la butaca de la salita. Pascualita saltó de la pila de lavar del comedor hasta mi regazo. Se acurrucó y dejó que le rascara su pelo-algas quedándose traspuesta enseguida. Así pude mirarla con tranquilidad,
A medida que el sueño fue haciéndose más profundo, su fea cara de pez recobró la belleza de ayer. Entorné los ojos fijándolos muy en el fondo y ¡hale hop! descubrí su secreto. Ahí se veían los siete planetas, perfectamente alineados, practicando una magia que la sirena conoce desde que nació. Se pone una en todas las órbitas a la vez y le irradian belleza. El truco se lo enseñó su madre en los albores de nuestra Galaxia, hace ya millones y millones de años.
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