Estoy emocionada ¡He encontrado una carta en mi buzón!... - ¿De quién será? En realidad no me importa. Lo que vale es que alguien se ha acordado de mi y se ha tomado un tiempo para escribirme y contarme cosas.
Los comensales de la Santa Cena, arremolinados ante el cristal del cuadro, miraban curiosos el sobre que sostenía en la mano. - Es un milagro que en los tiempos de la electrónica alguien te mande una carta manuscrita... Yo hablaba tranquilamente, procurando no ceder a la emoción que pugnaba por salir a raudales
El árbol de la calle levantó su voz, a la que le noté un deje de envidia cochina, - ¿Por qué no la lees, boba de Coria? - La leeré en mi cuarto porque es personal. - ¿Acaso no formamos una gran familia? - ¡Sííííí, porfaaaaaa! (gritaron las bolas de polvo)
Los comensales, a pesar de lo enigmático de la carta, pasaron de ella porque estaban centradas en la Cena anual que estaba cada vez más cerca: -¿Cuánto falta todavía? ¡Tal vez la carta sea para nosotros y nos anuncia la fecha y hora para que no nos olvidemos. - ¡Ja! ¿Olvidarnos? Imposible porque tengo más hambre que el que se perdió en la isla - ¡Un año sin comer! - La voz temblorosa por la emoción del comensal de las treinta monedas, se escuchó fuerte y clara: - ¡Abre ese puñetero sobre de una vez o no respondo de mi!
Un rato después me encontraba sola con Pascualita en la salita y la carta caída fuera del sobre.
Era propaganda de una tienda de audífonos. Mi gozo en un pozo: - ¡Y encima, me llama sorda, el jodío!
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