Está el Mundo muy agitado. Es lo primero que se ve y se nota cuando pongo la tele a la hora de comer. Los Países, como siempre en situaciones excepcionales, se han dividido en partidarios de usar jabón de lavadora de marcas blancas o de una marca de solera. Y se llaman a sí mismos: los blanquitos y los pijitos.
La Escoba y la Fregona, después de ser uña y carne todo el tiempo, han acabado separadas y ahora no se pueden ver. He tenido que tirarles un zapato para que dejaran de pelearse. - ¡Venga, cada una a su faena o monto una falla con vosotras!
Pascualita se ha llevado un disgusto porque al final no ha hecho falta el mechero. A la medio sardina le gusta más una pelea que aun tonto un lápiz y se ha vengado tirándome unos buchitos de agua envenenada. Solo me han rozado pero, ahora mismo tengo una oreja que lleva camino de ser de elefante.
Para rematar la faena, en la tele no paran de mostrar: pantanos desaguando, ríos desbordados, agua por toda partes. Pascualita no le quita ojo a la pantalla cuando hablan de ello y se vuelve peligrosa. Y ha pasado lo que tenía que pasar. La pobre tiene tantas ganas de volver a su hábitat que ya no distingue el mar de los sitios de agua dulce y hoy se ha tirado de cabeza contra la pantalla del televisor.
Ha salido algo chamuscada. Los pelo-alga lucen ahora una permanente que no le sienta nada mal. Parece no comprender que, a pesar del agua que ha visto, no ha podido tocarla. Menos mal que nunca falta en casa una botella de chinchón... ahora casi vacía.
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