Pepe el jibarizado estaba sobre el aparador hablando con los comensales de la Santa Cena. Pompilio hacía lo mismo con la Cristalera y tomando el sol... - Mi Neurona se puso a bailar merengue con fresas. Tuve que sentarme junto a la pila de lavar del comedor para contarle a Pascualita que algo no iba bien.
Después de media hora de monólogo vi aparecer a la sirena, subida al saco que la Cotilla llevaba a la espalda, lleno de velas, velitas y velones y por poco estiro la pata del susto. ¿De dónde salía Pascualita?
¿Quién llevó a Pepe el jibarizado hasta el aparador? Porque él solo no puede hacerlo... ¡De repente mi Neurona dio tal salto que fue nombrada Campeona olímpica de este deporte. Algo había cambiado! ¿Por qué está Pepe en el aparador? - La sirena se encogió de hombros. ¿Te has ido con la Cotilla a limpiar SUS iglesias? - Me lanzó la más inocente de las sonrisas. -¿Por qué no trabaja Pompilio?
Mientras, la Cotilla se dedicó a montar un altar para Los Amigos de lo Ajeno a mis espaldas.
Como no sacaba nada en claro llamé a mi primer abuelito. Se presentó con un sudario lleno de salvavidas, porque está lloviendo mucho, que no paraban de explotar al rozarse con los alfileres que le había puesto el Modisto de turno. Con tanto ruido, nos costó entendernos.
Todo había sido cosa del abuelito: - Opté por juntar a todos los personajes ¡Lo que me ha costado y aún falta gente! Los he presentado. Es algo que tendrías que haber echo tú. Así no faltará nunca el diálogo en ésta casa. - Y desapareció entre truenos.
Quedé en shock un buen rato... Justo hasta oler a velas encendidas ¡Muchas velas encendidas! ay, ay, ay... que me quedo sin casa... ¡¡¡COTILLAAAAAAAAAAAAAA!!!
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