sábado, 29 de marzo de 2025

Lobas solitarias.

En un rincón del techo de casa estaba mi primer abuelito con cara de pocos amigos. Algo rarísimo en él que es más bueno que el pan de molde. Me acerqué a preguntar: ¿No te gusta tu nuevo sudario? - Me miró fijamente, - ¿Te molesta ver a tu ex todo el día? - La expresión de su cara tuvo un ligero cambio pero, igualmente seguía poniendo cara de póker - De pronto se me encendió la bombilla, cosa que suele hacer la neurona de turno. - ¡¿Añoras a la Momia?!

Entré en la salita donde mis abuelitos se arrullaban cual palomas en un palomar. No se dieron cuenta de mi llegada por eso dieron un respigo en cuanto abrí la boca: - ¿Por qué no ha venido mi bisabuelastra con vosotros?

Andresito sacó la cabeza, escondida hasta ahora en el escote de mi centenaria abuela. - Faltaríamos a la Moral haciéndonos arrumacos delante de mi madre. - Pero la Moral, que ha visto de todo en su deambular por los siglos, dijo: - Por mi como si te la pica un pollo. - y siguió viendo el programa de la tele.

La frase fue como el antiguo Abracadabra porque, por arte de biribirloque, aparecieron en casa la Momia seguida de sus cubanitos-culito-respingones y la cara de pocos amigos de mi primer abuelito, resplandeció como el sol.

Pascualita, sintiéndose sola, se arrebujó en mi escote. Acabada su siesta, la Cotilla se sentó a mi lado y apoyó su cabeza muy cerca de la medio-sardina. De lo más profundo de nuestro ser salió un largo suspiro con una coletilla que nos hermanó: - ¿Y yo qué?

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