viernes, 2 de mayo de 2025

El calorcito.

¡Uf, que calorcito hace! - ¡Pascualita! (digo a gritos, porque la última sirena del mundo está durmiendo dentro del barco hundido que, a su vez, está en el fondo de la pila de lavar del comedor y no me va a oír) ¡Este mes empiezo mis sesiones de playa matutina! ¡Al agua patos!

Hubiese jurado sobre la biblia que la medio sardina no podía oírme pero me dejó con dos palmos de narices cuando, como un cohete espacial, salió flechada hasta chocar con el techo y, de paso, contra mi primer abuelito que acababa de asomarse.

- ¡Menos mal que soy un alma y no tengo ni miajica de cuerpo carnoso contra el que chocar porque ahora tendría más cardenales que los que hubo en el funeral del Papa Francisco.! ¿Qué ha sido "eso", nena?

Otro que me dejó boquiabierta fue Pepe el jibarizado que, antes de poder contestarle, él ya había dicho: - OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO -  dejándome con la palabra en la boca. - ¿Pascualita? (se asombró mi primer abuelito) - Sí. ¡Y Pepe! 

Mi primer abuelito quedó absorto durante un tiempo (algo que para un alma no existe o es relativo) Tuve tiempo de ir a trabajar, volver a casa, abrir la lata de fabada asturiana, dormir la siesta, volver al trabajo y regresar luego a casa. Fue en el momento en que abría la puerta de casa y él, la boca, que dijo - ¿Tanto ha cambiado todo desde que no estoy en la Tierra que las personas hibernan como los osos? - No tengo noticia de ello... - Es que empieza a hacer calor y ya se te han desmadrado dos personajes. - ¡Cuatro! (gritaron las COFRE mientras bailaban una jota bravía en el comedor de casa)

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