Mientras desayunaba con Pascualita le iba exponiendo los resultados de mis horas de insomnio, sobre lo que pasó ayer en el Vaticano.
- Mira que ésta gente sabe hacer bien las cosas de boato, misterio, sorpresa... pues, ésta vez no ha sido así. ¿A qué venían las prisas? Esto me ha llevado a pensar que, el resultado del Cónclave y el de la Lotería de Navidad, están cortados por el mismo patrón.
Pensé que la sirena apreciaría la hondura de mis pensamientos. Si así fue, ni me enteré. Ni ninguno de los personajes de casa. La voz del árbol de la calle gritando: - ¡Más fuerte que no se oye! - me obligó a explicarme mejor: - ¿Qué pasa cuando el Gordo de Navidad sigue sin salir y apenas quedan números en el bombo... eh?
Observo las caras de todos y veo sus encefalogramas, planos... ¡Que la gente está pendiente de cada bolita que sacan los niños de San Ildefonso porque falta NUESTRO NÚMERO POR SALIR! - ¡¡¡Es verdad!!! (gritaron entusiasmados los personajes) - Pues, al elegir un nuevo Papa ocurre lo mismo. ¿A santo de qué han venido esas prisas por soltar el humo blanco? ¿Acaso había apuestas sobre si PRONTO o TARDE?
En fin, el daño ya está hecho y ha ido en detrimento del misterio: ¿Qué hacen los cardenales que no están a lo que hay que estar? o bien ¡¿Ya?! ¿Qué prisas tienen los cardenales? .A la gente le supo a poco éste Cónclave. Opino que dejarlos encerrados... unas dos semanas, era lo adecuado.
Y así fue como el Papa, LEON ¡GRRRRR! XIV, ha entrado en la Historia.
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