domingo, 25 de mayo de 2025

¡MENUDA ES ELLA!

Ha hecho un día tan bueno que he tenido el balcón y las ventanas abiertas de par en par y nadie ha protestado. 

Pascualita ha llegado reptando hasta el primer rayo de sol que ha entrado en el comedor y allí se ha quedado traspuesta. Hay que ver que bien se adapta este bicho a cualquier circunstancia pero no así el rayo de sol: - ¡Quitádme este bacalao de encima! (se quejó)

Los personajes de casa se pusieron en alerta. - Aquí va a ocurrir algo gordo. - Esta frase cuajó y se dio por buena puesto que, una afrenta así no se le hace a la sirena. Sin embargo y contra todo pronóstico, Pascualita no se dio por enterada.

El comensal de la Santa Cena de las treinta monedas abrió una apuesta: en una pelea ¿quién de los dos ganará? - El árbol de la calle abrió otra: ¿cuántos segundos tardará la sirena en comérse al Rayo? - No había mucho tiempo para pensar porque Pascualita podía despertarse de un momento a otro. - Pues yo creo que ya está despierta pero disimula. Es una estrategia (comentó Pompilio, que frenó su carrera en busca de calcetines emparejados para que dejaran de serlo.)

Mi primer abuelito estaba atento al menor movimiento de la medio sardina. - ¿A ti qué te parece? (le pregunté) - Que se ha quedado frita y no se ha enterado de nada. - ¡Claro! (dije para mi, porque no quería influir en nadie)

De repente, los ojos saltones de pez de la sirena nos alumbraron como un foco. - ¿Y esa luz? (preguntó la fregona echándose el mocho hacia adelante para no deslumbrarse) - ¡Pascualita se ha comido al Rayo a la velocidad del ídem! (gritó, admirada la cara exterior de la Cristalera)

La sirena, adormilada aún, pensó: - Pues... no me ha parecido bacalao...

 

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