domingo, 18 de mayo de 2025

No interrumpan.

Me pareció que Pascualita y la Fregona, discutían y me acerqué para ver si podía entender algo. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! - La Cotilla entró en casa hablando sola: - ¡Cómo está el mundo, Facundo! Está todo carísimo. - Pues, si se queja usted que está montada en el euro, que voy a decir yo que no llego a mileurista... - 

Pasó de mi olímpicamente. - Ha llegado el momento de hablar con el Obispado para que hagan una Campaña publicitaria... - ¿Para qué?... - Una persona no puede vivir con eso si no tiene un sobresueldo... - Ni una tortilla voy a poder hacerme porque los huevos se están poniendo por las nubes... - Gracias a que tengo una ayudita con mi piso turístico sino, pobre de mi... - Menos mal que la fabada de bote aún puedo comprarla... 

El silencio se apoderó del comedor. La sirena y la Fregona no nos quitaban ojo. Sus ceños fruncidos no auguraban nada bueno. Mi primer abuelito protestó: - Estamos hartos de esperar a que, sus señorías, terminen de interrumpir a quienes estaban en el uso de la palabra. 

La Fregona dio medida vuelta, altanera con la melena al viento. Mi primer abuelito desapareció sin despedirse. Pascualita soltó dos certeros buchitos de saliva envenenadas. La Cotilla y yo llevamos tres días sin salir a la calle: estamos hartas de buscar nuestros ojos derechos que se salieron de sus órbitas y ahora juegan al escondite bajo los muebles

 

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