sábado, 11 de enero de 2025

El Médico.

- Hay que ver la alegría de Pasc... estooo... Pascual cuando, en el umbral de casa, apareció el Médico. Sí, Cotilla. Hace tanto que no le vemos (¡Fuiiiiu! por poco meto la pata) ¿No lo recuerda? El hijo de Andresito... - Sé quién es el tal Médico, pero lo que tengo muy claro es que Pascual ¡el amante de tu abuela! está escondido en ésta casa. No tenéis vergüenza ¡Alcahueta! - ¡Oiga, sin insultar! 

Me hizo gracia que la sirena diera saltos mortales de alegría, en la pila de lavar del comedor, que bajé la guardia por un momento. Menos mal que Pascualita es un personaje y, solo la abuela y yo podemos verla.

El caso es que también yo me alegré. Es el único tío que conozco que no se queja cuando le doy una patada en la espinilla o la medio sardina le arrea un mordisco inoculándole veneno en vena. Al contrario, te da las gracias. Es el hombre perfecto para desahogarte a bofetada limpia cuando pasas por un mal momento anímico porque, es Masoquista.

- ¡Pasa y nos tomamos unos chinchones on the rock! -  Quien dice unos chichones dice una botella y eso fue lo que hicimos mientras él me contaba sus andanzas en los años que no nos habíamos visto. De repente me di cuenta de lo guapo que estaba. Y suspiré con toda la intención de llevarlo al huerto. Lo repetí varias veces, cada vez más fuerte hasta que, harto el Suspiro de no ser correspondido gritó: - ¡ATACA! - y le arreé tal patadón en la espinilla, por debajo de la mesa del comedor, que se le saltaron las lágrimas. - Cuánto he echado de menos esto, nena... ¡snif! 

Y el Suspiro se dio por satisfecho.

 

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