Salta como una cabra montés a la que le hubieran dado cuerda porque tiene frío. Me la encuentro por todas partes pero, donde más, es en el comedor tirando fuera el agua de la pila de lavar y dejando el suelo perdido. Otro sitio es mi cama. Se mete entre las mantas y allí se pasa horas hasta que voy a acostarme y me da un susto de muerte. Mis alaridos los escuchan hasta los del ático y ya ha venido Bedulio, el municipal amenazando con multarme por molestar al vecindario. Terminaré por meter a la sirena en una jaula como si fuese un canario.
¿A qué vienen tantos saltos? ¿Habrá visto El tiempo en el telediario? Hablé con mi primer abuelito para que le pregunte porque es el único que entiende a la medio sardina...
En efecto. Se ha hinchado de ver los efectos de las Danas de la Península: nieve, aguaceros, hielo, granizo, vientos huracanados, temperaturas muy bajas. Y le ha entrado frío. No va a ser ella menos que los que salen por la tele.
Por eso salta de un mueble a otro. Por eso vacía la pila de lavar del comedor cada dos por tres ¡para que se la llene de agua caliente! La Fregona me grita que la deje vacía porque no puede sostener el ritmo frenético de empapar, escurrir, empapar, escurrir, empapar, escurrir... - ¡Me quejaré a mi sindicato! - Bueno, tampoco es para tanto. - ¡¿Qué no?! ¡Tengo que cambiar de mocho cada dos por tres! ¿Y esto quién me lo paga?
Que ganas tengo de que llegue el veranooooooooo
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