miércoles, 8 de enero de 2025

¡Que asco!

El árbol de la calle cantaba bajito, algo raro en él. Sentado en su copa, mi primer abuelito movió sus brazos haciendo un círculo con ellos y unas preciosas columnas egipcias, llenas de hermosos jeroglíficos policromados, aparecieron en el aire y captaron la atención de todos.

El "enterao" de los comensales de la Santa Cena, dijo: - Eso es la televisión sin cable. - Y todos le miraron como si fuese el Oráculo de Delfos: - ¿Cómo se puede ser tan listo sin haber estudiado nada? - Me viene de familia (dijo sacando pecho el listillo) 

Otro de ellos, frunciendo el entrecejo ante el esfuerzo de pensar, dijo: - Sabes más el Diablo por viejo que por diablo. - ¿A qué viene esto? - Es posible que venga por algo pero, ahora mismo, no se me ocurre nada... - A mi sí: dice que cuanto más viejo, más pellejo. - Esto está fuera de lugar porque ni soy viejo, ni diablo, ni pellejo.

Después de un buen rato, el de las treinta monedas abrió la boca y soltó: - ¡Todos sois más viejos que andar pa'lante! - Se miraron unos a otros y, por primera vez, vieron sus arrugas. La piel no era tersa, los cabellos blancos, quien los tenía. Los dientes habían desaparecido de sus bocas al tomarse unas vacaciones merecidas y no encontrar el camino de regreso. 

- ¿Por qué dices "sois" si estamos en el mismo barco? - Porque me hice un liftin y tengo la piel cuidada. Y unos kilitos de más ¡Mirad: un rollito de primavera en la cintura!: - ¿Te comiste tu propia grasa y no compartiste? ¡Eres la oveja negra de la Historia!

Que poca correa tenéis todos, coñe.

 

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