Fui al mar a por agua para la pila de lavar del comedor y me llevé a Pascualita. Hacía tiempo que no iba a la playa y pensé que ya era hora. Además, hacía un buen día para tomar el sol sin quemarme.
Un montón de jubilados tuvieron la misma idea que yo y aquello parecía el Paseo del Borne con gente paseando arriba y abajo de la playa. Por éste motivo me era imposible sacar a la sirena del termo de los chinos.
Pascualita, sabedora de que estaba a pocos metros del agua que la llevaría a lo más profundo del mar, donde habían vivido siempre las sirenas y a donde quería regresar pero... ¡¿Por qué no abres el tapón de una puñetera vez, boba de Coria?!
El termo de los chinos inició un balanceo, cada vez más fuerte, más fuerte, ¡MAS FUERTE! hasta dar la vuelta entera a mi cuello. Esto llamó la atención de algunos viajeros del Inserso y como no tenían nada mejor que hacer, se acercaron a preguntar: - Hola, bonita ¿Lo que has echo es para evitar que aparezcan en el cuello las famosas "cuerdas de violín"? - ¿Eh...? No... no... - Hay que tener fuerza para hacer eso con el termo lleno... - ¿Cómo saben que está... lleno? - ¡Hombreeeee! eso se nota. - ¿Llevas licor, verdad? Ya podrías invitar jejejejeje - ¿Eres de aquí?- Si... - ¿No vas a meterte al agua? - Una mallorquina tiene que saber nadar. - ¿Por qué? - Por si se inunda la isla...
Un rato después un jubilado gritó: - Ponte el bikini y nada un poco para que te veamos antes de que nos recoja el autocar... - Deja a la chica, hombre. - Que sosa es la pobre. Hale, adiós...
Entonces saltó la tapa del termo de los chinos, Pascualita cayó en la arena y emprendió una loca carrera, reptando como una posesa, hacia la orilla del mar. Para cogerla tuve que tirarme en plancha sobre ella, cayendo de cara en un agua clara y helada.
- ¡Mírala! Nos vamos y ella se tira al mar como un pato mareado...Luego, levantando más la voz, el del Inserso dijo: - ¡Eso también lo hago yo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario