- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa!La Cotilla , que volvía de sus trapicheos nocturnos, se paró en el umbral de la puerta y olisqueó el aire como hacen los osos en la montaña y exclamó: - ¡Hoy comeremos sopa de pescado! ¡Gracias, san Antonio! Estoy de fabada de bote hasta aquí (y señaló el techo donde mi primer abuelito disfrutaba de una merecida siesta)
Poco a poco, la alegría de la Cotilla se convirtió en curiosidad al ver a su amiga, la abuela, llorando a moco tendido. Se giró hacia mi: - ¿Qué le has echo, boba de Coria? - ¡Nada, nada! (grité) - "Ha sido Geoooorge, ¡buuuuuaaaaaaaaaaaaa! - ¿Qué ha pasado? - Ha tirado agua caliente a la pila de lavar y estaba Pasc... (la abuela calló en seco al darse cuenta de que iba a meter la pata) - ¡¿Quiiiiiiiién?! ... ¿No será el famoso y escurridizo, Pascual, por casualidad?
La abuela y yo, haciendo de tripas corazón, optamos por la botella de chinchón que estaba en la nevera. Llenamos una jarra de chinchón on the rocks, nos sentamos en la salita y discutimos a placer mientras la Cotilla estaba cada vez más enfadada porque quería hablar de Pascual y nosotras la llevábamos por otro camino. Cuando nos dimos cuenta que su borrachera era morrocotuda la dejamos durmiendo la mona y corrimos a ¿salvar? a Pascualita
La medio sardina se balanceaba con mi primer abuelito, protegida de una caída por un hermoso plisado del nuevo sudario. Estaba a salvo porque, al ver a Geooorge cargado con una olla de agua hirviendo hacia la pila de lavar, no se lo pensó dos veces e hizo unas piruetas que la llevaron hacia arriba y aterrizó en el regazo de mi primer abuelito.
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