sábado, 18 de abril de 2015

¡Quiero mi herencia!

La Cotilla está enfadada conmigo por apagarle las velas del altar de los Amigos de lo Ajeno, pero la abuela está orgullosísima, no de mí sino de Pascualita. - "¡Pero qué lista es mi niña! ¿dónde se ha visto una sirena que sepa hacer tantas cosas?" - Se lo he enseñado yo, abuela. - "Si ella no fuera tan lista a buenas horas aprendería algo de ti" - Lista sí es pero le ha costado mucho entender que tiene que lanzar el agua a la llama... - "¡No digas tonterías!... ¿Sabes qué haremos Pascualita? Una coca cada día y le pondré velitas para que vayas perfeccionando el tiro"

Yo estaba muy enfadada viendo que todo el protagonismo se lo llevaba, como siempre, la birria de la sirena y dije en plan borde: - Ya que este bicho no sirve para nada podrías alquilarla para apagar velas en iglesias y restaurantes. - "¡Tienes razón! Es una idea estupenda aunque venga de ti. Yo pasaba pena pensando en qué será de ella cuando yo ya no esté... Precisamente esta semana iba a hablar con el notario para que la incluya en mi testamento pero..." - ¡¿En el testamento?! ¿No irás a dejarle la Torre del Paseo Marítimo? - "Ya salió la egoísta... Ahora que sé que Pascualita podrá trabajar y tener un sueldo con el que pagar sus gastos, ya no tengo que preocuparme ¿Te imaginas tener dinero para tus caprichos (pensé que me lo decía a mi pero se lo decía a la fiera corrupia) Espero que sepas gastarlo en cosas de provecho, por ejemplo, en chinchón jejejejeje"

Me veía despojada de mi herencia. La abuela se paseaba arriba y abajo hablando sin parar mientras Pascualita, fijos en ella sus ojos de pez redondos y saltones, hacía la señal de OK con sus deditos. En ese momento tomé una decisión. En cuanto me quedara sola y el bicho se durmiera, la metería de cabeza en el wáter y tiraría de la cadena. Con suerte, a través de los colectores, llegaría hasta el mar.



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