domingo, 31 de mayo de 2020

78 días de Estado de Alarma.

He tenido un sueño intranquilo pensando en Pepe... ¿Qué habrá sido de él? ¿Lo habrán tirado a la basura? ¿Se lo habrá comido un gato? sería una lástima porque hubiese podido aprovecharlo Pascualita que le tenía ganas.

Tanto cariño como dice la abuela que le tiene y después, al deshacerse de Pepe, no se acuerda de ella ¡y encima, está bien vista! Las hay que nacen con estrella y otras nacemos estrelladas.

Harta de dar vueltas en la cama me levanté y fui al baño. Me senté en la taza del váter y al levantar la cabeza di tal alarido que puse en pie a toda la finca. El ojo-catalejo del jivarizado estaba fijo en mi mientras su boca semidescosida, decía: - OOOOOOOOOOOOOO.

Lo habían colgado detrás de la puerta del baño que da, justo, enfrente del váter.

No tardaron ni cinco segundos en aporrear mi puerta los vecinos. Las sirenas de bomberos y ambulancias despertaron al barrio entero. La gente se echó a las calles para ver qué pasaba, con las mascarillas puestas. Los gorriones, bruscamente despertados, armaban un guirigay en el árbol de la calle. Añadiendo a todo eso las luces azules de los coches de los policías. Aquello parecía una Fiesta Mayor. Solo faltaba la orquesta tocando a toda pastilla.

Me asomé al balcón.  Era todo un espectáculo de luces y sonidos. - ¡¡¡Oiga, qué ha pasao!!! - Me hice la despistada. - ¡Ni idea! Si se entera de algo ya me lo contará.

Vi llegar a Bedulio con aire muy marcial, encantado de dejar el aburrimiento de la guardia del cuartel para entrar en acción pero la cara le cambió cuando alguien señaló mi finca y luego me vio a mi. - Yo grité: - ¡¡¡Hola, Beduliooooooo!!! Y le señalé la copa del árbol.

¿Acaso pensaría que le señalaba a mi primer abuelito? Cada uno es muy libre de dejar volar su imaginación... como él dejó volar a sus piernas mientras emprendía, a todo correr, el camino de regreso al cuartel.

A las ocho de la mañana la gente se fue retirando. El hombre que, hacía horas, me preguntó qué pasaba, se acercó a la acera y gritó: - ¡Ya sé que ha pasao! ¡Un vecino suyo le pisao la cola al gato y el muy cabrón le dejao la cara hecha un cristo! ¡Por eso la víctima ha gritao como si le estuvieran desollando! ¡Que sí que lo ha desollao el gato pero, vamos, tampoco es pa tanto para lo que se ha liao! - ¡Oiga! ¿El gato está bien? (pregunté) - Su dueña dice que durmiendo como un angelito y que su marido, además de un calzonazos, es un exagerao. Hale, pues, ya está usted informá!

sábado, 30 de mayo de 2020

77 días de Estado de Alarma.

Me he despertado, aterrorizada, en medio de un terrible terremoto de a saber cuántos grados en la escala de Ritzer (o como se diga) El caso es que la cama se movía como una hoja en la tormenta. Yo daba bandazos tan fuertes que, incluso me golpeé la cabeza contra la pared.

Salté de la cama y me metí debajo de ella. Se que hay que colocarse en el dintel de la puerta pero ni se me ocurrió. Solo gritaba ¡¡¡SOCORROOOOOOOOOOOOOOOO!!! histérica perdida. Por eso no me di cuenta de que el suelo estaba quieto y la cama dejó de moverse en cuanto salté de ella.

Entonces se encendió la luz del cuarto y una voz muy conocida, decía: "¡Sal de ahí abajo, boba de Coria y explícame porque me quieres dejar víuda!"

- ¡Abuela, menos mal que has venido! ¿Se os ha caído la Torre del Paseo Marítimo? ¿Ha habido un maremoto que os ha metido el mar en casa? ¡Vamos a poner la tele para ver los desastres
¡Aayyyyyyyyyyyyyyyy! ¡No me tires del pelo!

En cuanto me puse de pie me arreó un tortazo que me tiró de espaldas en la cama. - "¡Gracias a ti, Andresito a sufrido un infarto!" - ¿Se... ha muerto...? - "¡No, pero iba encaminado! ¿Cómo se te ocurre mandarnos al adefesio de Pepe?" - Pero si era un regalito... - "¿Una cosa tan fea? ¡casi se muere del susto!" - Y no se me ocurrió más que decir... - Huuuuy, que piel más finita tienen los ricos... - Claro que a penas pude terminar la frase porque la muy bruja de la abuela me tiró a Pascualita a la cara.

Ahora no puedo salir a la calle ni con mascarilla porque la longitud y el grosor de mi nariz son tan exagerados que, esta tarde, cuando me he sentado un rato en el balcón para tranquilizar mis nervios, se han posado encima de ella casi toda la colonia de gorriones del árbol de la calle y la mariposa que hace suspirar a mi primer abuelito.

viernes, 29 de mayo de 2020

76 días de Estado de Alarma.

Pepe sigue tan estrambótico como estos día atrás. No podía mirarlo sin reírme. De repente tuve una idea genial  y llamé al señor Li para saber si tenía abierta su tienda de los chinos. - ¿Qué quelel tú? - Un marco para poner una foto. No hace falta que sea muy grande ¡ah! y que pueda colgarse de la pared.

Me dijo que fuera pero que me quedara en la calle. Desde allí le vi con unos marcos en las manos que me enseñó de lejos. Me decidí por uno y entonces me dijo: Tu tilal a mi cuatlo eulos. Después, yo tilal a ti malco. - Así lo hicimos. Ahora tengo a Pepe enmarcado y queda la mar de gracioso.

Pero me he cansado de ver como su ojo-catalejo me sigue a todas partes. - ¡Eh, deja de vigilarme o te tiro por el balcón! - Entonces dice: - OOOOOO. - Y sigue haciendo lo que le da la gana.

Harta, he llamado a la abuela. - Mándame a Geoooorge a que recoja un regalito para vosotros. Os va a alegrar el confinamiento. - "Será una pijada baratera de la tienda de los chinos" - Que noooooo.

Me costó convencerla pero la curiosidad pudo más y al poco rato el rolls royce aparcó en la parada del bus. El mayordomo subió con mascarillas, guantes, gafas de sol y una botellita de desinfectante y, en cuanto abrí la puerta, me roció con el líquido. - ¡Hey, inglés, me vas a dejar tuerta, jodío! - Tu dar cosa ya. Yo tener miedo. - No te preocupes que bicho malo nunca muere. - Mi no entender bien ¿Tu tener bicho? - Si, hijo, sí. ¡Míralo allí arriba, subido a la lámpara del pasillo!

No sé si Geooorge llegó a ver el ánima de mi primer abuelito pero, en cuanto señalé hacia él, el inglés perdió el color de la cara. Dio un tirón del paquete que yo tenía en las manos y salió a toda pastilla escaleras abajo.

Pascualita y yo salimos al balcón y entonces la sirena me miró bizqueando, frunció el ceño, cerró uno de sus puñitos y me dió un puñetazo en la cara. - ¡Eh! ¿qué pasa? - Luego sacó la dentadura de tiburón a pasear e hizo como si masticara. Pasé de ella porque a veces está un poco neurasténica y me golpeó otra vez. Señaló su boca. - ¿Quiéres comer? ¿Ahora que vamos a sentarnos un rato en el balcón? ¡Te esperas!. - El puñito se levantó de nuevo pero yo estaba prevenida y me dio tiempo a tirarla al árbol de la calle. Y entonces comprendí lo que Pascualita me decía: ¡Quería comerse a Pepe y estaba enfadada porque lo había dado!

De balcón a árbol le di una explicación y tuve que levantar la voz para que me oyera entre tanto pío, pío: - ¡No se puede comer una cosa que ya se han comido otros! ¡¿Lo entiendes?! ¡No tiene chicha!. ¡No te enfades! ¡¿Quiéres pienso?!

Debajo del balcón se había formado un corrillo de vecinos que hablaban con la Cotilla y parecían estar de acuerdo con ella porque movian la cabeza diciendo que si: - ¿Veis ahora porque digo siempre que no es más tonta porque no se entrena? Pues ahí la tenéis, dando explicaciones a los gorriones

jueves, 28 de mayo de 2020

75 días del Estado de Alarma.

Me peleé con la Cotilla a grito pelado: - ¡Deme mi colador! ¡¡¡Quiero mi coladooooooor!!! - Mientras, ella se reía de mi. - ¿No me digas que estás de antojos? ¡Menuda fiera está hecha Pepito que, sin comerlo ni beberlo, hace un bisnietoooooo! jajajajajajaja

De pronto, la vecina empezó a dar vueltas al rededor de la mesa del comedor blandiendo el colador en una mano. ¡Tiene 100 años y no la pude coger! ¿De qué pasta está hecha ésta gente?  Cuando iba por la cuarta vuelta, con la lengua afuera y sin resuello, me di cuenta de que el colador estaba vacío. No había ni rastro de Pepe.

Me senté en el balcón, llorando a moco tendido, porque habiendo estado tan cerca de ver un milagro de la Naturaleza, por culpa de la Cotilla, no pudo ser.

Los gorriones estaban revolucionados y llamaron mi atención cuando ya las lágrimas caían en cascada a la calle: - ¡Estas no son horas de regar, tía guarra! (me dijo un vecino que, al pasar por allí, se mojó) - ¡Es agua bendita, coñeeee! (la gente no aguanta nada)

Miré hacia el árbol y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Sobre el alféizar de la ventana estaba Pascualita. Corrí a la cocina sin hacer ruído y la cogí bruscamente, antes de que se precipitara al vacío.

- Ay, Pascualita, solo falta que tú también me dejes para siempre ... ¡buaaaaaaaaaaaaaa!... Las cataratas del Niágara son un chorrito de agua comparado con el torrente de lágrimas que salían de mis ojos. Estaba inundando la cocina y no podía parar.

Entonces uno de los gorriones se lanzó contra mi. Fue tal el susto que me dio aquel ataque inesperado, que cai de culo y me quedé chorreando. Pero no iba contra mi sino contra lo que la sirena tenía en la mano... ¡a Pepe!

Pero... ¿y aquella bella mariposa que yo ví, quién era? Mi primer abuelito, sonriendo pícaramente desde la lámpara de la cocina, me dio a entender que era un antiguo amor que había venido a visitarlo de más allá del tiempo. - ¡Pues qué bien! (le dije, enfadada) Ya me podrías haber avisado y me hubiese ahorrado tener que recoger ahora todas estas lágrimas. - Y fui a por el cubo y la fregona.

miércoles, 27 de mayo de 2020

74 días de Estado de Alarma.


Andresito me ha dejado intrigada. ¿Y si fuese verdad que Pepe va a convertirse en mariposa? ¡Ostras! No me lo quiero perder.  Por esto me he pasado horas despierta, de día y de noche. He terminado por ponerme un palillo en cada párpado para que no se me cierren...

Pero es muy molesto. Y he tenido que pensar otra cosa... He conseguido que me saliera humo de la sesera antes de que se me ocurriera algo. ¡Eureka! grité cuando la idea vino a mi.

Ahora me llevo a Pepe por donde voy. Incluso al baño. Y siempre con un colador de rejilla fina para no perder de vista al jivarizado. Así, si se convierte en mariposa cuando estoy durmiendo, no se podrá escapar por la ventana. Creo que no se puede ser más inteligente de lo que soy yo... en éste caso.

Hace unos cuantos días que voy de acá para allá con el colador y el llavero a cuestas y no pasa nada.

Le he explicado a Pascualita lo que hago y por qué. Pero no parece que le importe un pimiento. Ella lo que quiere es clavarle el diente al pobre Pepe. ¡Qué más cosas desgraciadas le pueden pasar al pobre! : fue cazado, descuartizado, adobado (imagino), guisado, comido, digerido y finalmente, evacuado. Y su cabeza, que no debió gustarle al Jefe de la tribu, fue reducida hasta el tamaño adecuado para ser un llavero.

Después sufrió el desdén de no ser apreciado por los clientes de la tienda de los chinos del señor Li hasta que llegué yo. Los años que hemos vivido juntos deben haber sido los más tranquilos de su vida y ahora resulta que se transforma en un monigote extraño y puede que en una mariposa... ¡¿A que es bonito?!

Estaba tan abstraída en mis pensamientos que no escuché a la Cotilla cuando entró en casa. - ¿Qué es eso tan bonito que dices? - ¡Aaaaayyyy, Cotilla, que susto! ¿Por qué no grita cuando entra? - He dicho Avemariapurísima, como siempre... Ay, que vas a estar enamoradaaaaaa... jajajajajajaja - ¿Quién, yo? ¿De Pepe? ¡Vamos, anda!

- ¿Se llama Pepe? ¿Lo conozco? ¿Tiene la cartera llena de euros? - Claro que lo conoce pero no van por ahí los tiros jajajajajajaja. - Conque sirva para hacerte un bisnieto para tu abuela, va que chuta. - ¡Que vaaaa! jajajajajajaja ¡Que cosas tiene, Cotilla! Pero si es Pepe. - Pepes hay muchos ¿qué Pepe? - El de la estantería de la cocina.

Se giró en redondo. - ¿La cabeza esa que tienes ahí?... ¿Tú estás tonta? ¿Eso es bonito? ¡Que cruz tenemos contigo! Anda, trae el chinchón y déjate de tonterías. - Mientras iba a por la bebida, la Cotilla gritó: - ¡Un cliente me ha pedido un colador para esta noche. Me llevo este que tienes aquí y ya te daré la comisión! - ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOO!!! - Y salí corriendo hacia el comedor ... a tiempo de ver como una hermosa mariposa de lindos colores, salía volando por la ventana y se posaba sobre una rama del árbol de la calle.

lunes, 25 de mayo de 2020

72 días de Estado de Estado de Alarma.

Vivo sin vivir en mi del sueño que tengo. Noche y día estoy pendiente de Pepe ¡ni que fuese su madre, coñe!

Se me cierran los ojos y me quedo dormida en cualquier sitio. Y ahora me he dado cuenta de que, cuanto más lo miro, menos se mueve. Así que me he llevado a la sirena al balcón, junto con el chinchón on the rocks y las cañitas para beberlo.  Ha sido sentarme en el suelo y dormirme.

Esto no puede ser porque, entre que no salgo a la calle y me paso el tiempo durmiendo, habré consumido el tiempo de Eternidad que me corresponda cuando me vaya de éste mundo ¿y qué haré entonces? Mira (le he dicho a Pascualita) que Pepe haga lo que quiera, como si quiere ponerse peineta, que yo seguiré con mi vida. La sirena está de acuerdo conmigo porque me ha hecho la señal de OK con sus deditos pero, acto seguido, se ha puesto en plan Cristobal Colón con brazo y dedo estirado, señalando la cocina.

Como ya me picaba la curiosidad, he metido a la sirena en la antigua jaula del canario para que, al ver a la cabeza jivarizada, no se lance a por ella.

Hemos pasado un rato viendo el esperpento de Pepe. De repente, no he podido aguantarme las ganas de hacerle cosquillas. Y si pensaba que un llavero no tendría cosquillas estaba muy equivocada. ¡Tiene y muchas! No paraba de moverse cuando le pasaba la plumita de un gorrión por los sobacos. Y entonces ocurrió algo inesperado. Del ojo-catalejo cayó una lágrima como mi puño. - ¡Osti, tú! ¿Lo has visto, Pascualita?

Pero lo que ya fue el colmo de los colmillos fue ver como la boca de Pepe, cuyos labios llevaban años cosidos, formaron una O de la que salió una carcajada apoteósica. ¡Estaba llorando de risa! Nos pilló tan de sorpresa que Pascualita y yo reímos hasta que me di cuenta de que aquello era imposible. ¡Era una cabeza rellena de serrín. sin lengua, sin ojos, sin cerebro, sin nada que la atara a la vida y sin embargo ¡reía!

En una arrebato tiré a Pepe al cubo de la basura y salí corriendo, con Pascualita en la mano, al balcón, salté al árbol de la calle y un gorrión me dijo: - ¿De qué vas, Blas, entrando así en mi casa? - ¡Otro que habla! (grité) Y caí al vacío... Menos mal que, en aquel momento, Bedulio pasaba bajo mi balcón y caí en blando.

Cuando volvía en sí, escuché que un médico del 061 de la ambulancia que nos llevaba a los dos al hospital, decir: - Hay que ver los estragos que están haciendo en algunos cerebros los setenta y dos días de encierro... ¡Que ganas tengo de coger vacaciones!

domingo, 24 de mayo de 2020

71 días de Estado de Alarma.

La que está liando la metamorfosis de Pepe. A costa de usar solo un ojo para mirar con la lupa, el derecho se me está haciendo más grande y el izquierdo encoje, pareciéndose a los ojos de los chinos. ¡Y toda la culpa la tiene la abuela por obligarme a tenerla al corriente de todo lo que le ocurra a Pepe. También es culpa del dichoso Pepe por cambiar de fisonomía ¡¿A santo de qué vienen ahora éstos cambios?! Y también es culpa de la Cotilla que me pregunta, constantemente, para planear un buen negocio cuando termine de desarrollarse la dichosa cabeza jibarizada.

Claro que si yo me hubiese dado con un canto en los dientes y hubiese tenido la boquita cerrada, otro gallo me cantaría... En fin. el mal ya está hecho, ahora lo que falta por saber es en qué se convertirá Pepe. Aunque, visto lo visto, me da la impresión de ser más un extraterrestre que un especímen terráqueo.

El caso es que los dos cuernecillos de caracol dieron paso a dos bracitos enclenques acabados en unas manos de a palmo, haciendo juego con los pies. Todo esto está muy bien y es hasta lógico pero lo que me produce desazón es que tenga que llevar, eternamente, los brazos en alto. Tiesos como si le estuvieran atracando. A ver qué cara pone cuando le haga cosquillas jajajajajajaja ¡que jodía soy!

Cuando Pascualita ve que voy a ver a Pepe, levanta los bracitos para que la lleve. Está entusiasmada... o será que el jivarizado se está convirtiendo en una especie apetecible al estómago milenario de la sirena.

Cuando ésta tarde nos hemos acercado a verle, se estaba produciendo otro cambio ¡Le salía el otro ojo! Ya me parecía a mi que la figura estaba incompleta pero la Naturaleza es sabia y está corrigiendo su... error. ¡Pero si es un catalejo con un ojo en la punta!

Como cada vez que Pepe desarrolla un nuevo órgano, Pascualita y yo hemos brindado con chinchón on the rock después de mandarle a la abuela una nueva foto.

sábado, 23 de mayo de 2020

70 días de Estado de Alarma.

Era todo un espectáculo ver como crecían las diminutas y frágiles piernecillas salidas del cuello de Pepe. El desarrollo duro tres días. Al final midieron cinco centímetros. Estaba tan ansiosa por ver que pinta acababa teniendo la cabeza jivarizada que, para incentivar el crecimiento, regué varias veces, durante esos tres días, al llavero.

La abuela me llamaba cada dos por tres. - "¿Le han crecido más?" - Parece que sí pero como no coja una lupa no te lo puedo confirmar. - "¡Pues cógela, boba de Coria!" - No tengo ninguna. - Un cuarto de hora después vino Geoooorge a casa y me entregó una lupa. - Madame decir que no estropear... - ¡Ya lo sé! - Decir también que tu ser manazas... - ¿Yoooooo? ¡Ja! - Lupa ser de mister Andesitou. Heredada de su padre quien heredó de abuelo, quien la heredó de bisabuelo, quien herd... - ¡Calla ya, jodío, o me recitarás todo el árbol genealógico! ¡Dáme la lupa ya, coñe!

Y fue gracias a la lupa, mil veces heredada por los hombres de la familia de mi segundo abuelito, que me permitió ver crecer, muy lentamente eso sí, aquellas finas paturrias a las que les fueron saliendo los pies correspondientes ¡enormes!. Cada uno medía un palmo mío.

Yo iba de sorpresa en sorpresa. ¿De verdad Pepe era así en vida?... Quizás trabajaba como fenómeno de Feria. No era para menos.

La abuela está loca por venir a verlo pero el abuelito ha prohibido a las mujeres de su casa, salir a la calle. Estamos finalizando el Estado a Alarma y no está dispuesto a que, o bien su madre, la Momia, o bien su mujer, se contagien de coronavirus... y la palme él.

Me tiene dicho la abuela que la llame si ocurre algo más. Y eso he hecho ésta tarde: ¡llamarla!

- "¿Qué ocurre? ¿Te has cargado la lupa?" - Que nooooo... Es que hay novedades en torno a Pepe. ¡Le están saliendo cuernos como a los caracoles! - "¡Mándame fotooooooos!" - Mañana. Ahora solo se ven con la lupa... ¡Caray, abuela, esto se merece un brindis! Es lo que vamos a hacer, ahora mismo, Pascualita y yo. Por cierto, la tengo metida en la vieja jaula del canario para que no se lance sobre Pepe y se lo coma. ¡Venga Pascualita, a brindar otra vez!... ¿Cómo se diceeee? - Y la sirena soltó un fuerte ¡¡¡HIP!!!

viernes, 22 de mayo de 2020

69 días de Estado de Alarma.

¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyy que nervios! ¡El lunes podré ir a la playa a nadar! Tendré que comprarme un bañador porque no sé si voy a caber en el que tengo. Me consuela saber que no seré la única que he crecido a lo ancho en lugar de a lo largo durante estos sesenta y nueve días encerrada en casa.

Pascualita está igual que yo. Parece más una croqueta que una medio sardina. No podré llevarla conmigo a la playa porque, ni empujándola, puedo meterla en el termo de los chinos.

Estos últimos días en que la cabeza jivarizada ha sufrido una pequeña metamorfosis he estado más pendiente de ella que de la sirena y la tía, reptando, reptando, se ha comido todo cuanto ha encontrado. Hasta media col que guardaba en la despensa se ha cepillado.

- Pues no sé que vamos a hacer (le dije) El señor Li no me quiere en su tienda y no sé dónde puedo comprar un termo lo bastante ancho para que quepas. - Me ha hecho el señal de OK. - ¡De OK nada, monada! A pan y agua te voy a poner.

De vez en cuando, levanto el trapo de cocina que tapa a Pepe por si hay alguna novedad en sus cambios físicos. Mientras esperaba que se cocieran las patatas y las judías verdes, he mirado el llavero y aunque Pepe sigue tuerto, me ha parecido ver algo nuevo.

Fui a por las gafas que la abuela se dejó en el cantarano cuando se marchó a vivir a la Torre del Paseo Marítimo con Andresito. Me las puse, miré, volví a mirar. Me eché agua a los ojos, miré otra vez ... Fui a por el móvil, hice una foto y se la mandé a la abuela.

Me contestó enseguida: - "¿Lo que veo es lo que creo que es?" - Dime que ves. - "A Pepe" - ¿Y? - "Un llavero" - ¿Y? - "Con un ojo" - ¿Y? - "... Unos... ¿pies?" - ¡Eso me ha parecido a mi! Son muy pequeñitos y pegados al cuello... Si Pepe era así de raro en vida, no me extraña que se lo comieran los caníbales.




jueves, 21 de mayo de 2020

68 días de confinamiento.

He puesto un trapo de cocina sobre Pepe para no sentir como el ojo recién nacido, me sigue a todas partes. ¿Y por qué uno y no dos? me pregunto. Tengo que hablar con el señor Li para que me informe si ésto es un fenómeno que les sucede a todas las cabezas jivarizadas o solamente a Pepe.

He ido varias veces a la tienda de los chinos y siempre está cerrada... - Es por el coronavirus - me dice una vecina. - Dicen que tienen miedo al contagio porque aquí hacemos un poco lo que nos da la gana. - ¡Pero, bueno... ! Naturalmente.

La vecina ha estado de acuerdo conmigo. Finalmente el señor Li ha abierto su tienda. - ¡Ya era hora que abriera! - Yo no estal tlanquilo. - ¿Por qué? ¿No ve que días más guapos hace? - ¿Tu il a paseal polque hacel sol? - ¡Claro! Hay que aprovecharlo. No va a ser solo para los turistas, hombre. - ¡Tu fuela de aquí!

Me ha costado poder hablar con él. - Es solo una pregunta, señor Li. - Pelo ilte más lejos, boba de Colia. - Para que estuviese tranquilo me he ido a la acera de enfrente y, a gritos, le he contado lo de Pepe. - ¡¿Qué decil? ¡Tú sel loca! - ¡Oiga, sin faltar, eh! Si no me cree, ahora mismo voy a buscar el llavero y se lo enseño. - ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOO!!! ... Yo cleel a ti...Tu tenel vilus. - ¿Qué es eso de vilus? - El colonavilus. - Yo no pero tal vez lo tenga Pepe... ¡Ahora se lo traigo!

Cuando volví la tienda estaba cerrada a cal y canto. Por la tarde me llamó la abuela. - "A ver, nena, ¡oído cocina! El señor Li me ha pedido que te dijera que NO VUELVAS POR SU TIENDA O TENDREMOS UN CONFLICTO ENTRE LA REPUBLICA POPULAR CHINA Y ESPAÑA ¡POR TU CULPA!"

- ¿Qué he hecho yo? - "Según me ha dicho el señor Li, has querido contagiarle el coronavirus de las narices, mediante un llavero." - ¡Pero si es Pepe! ¿Te he contado que le ha salido un ojo, abuela? - "¡No! ¿Y eso?" - Eso es lo que he ido a preguntar a la tienda de los chinos. - "¿Y solo un ojo?" - Es raro, ¿no? - "Y que lo digas"...

miércoles, 20 de mayo de 2020

67 días de Cuarentena.

Esta mañana, mientras desayunábamos, me ha dado un soponcio de Récord Guinnes. Todavía no me llega la camisa al cuerpo.

Mira que estoy habitúada a espíritus y fantasmas pero son de la familia y les coges cariño. Sin embargo, el extraño fenómeno que ha ocurrido en la cocina de casa me ha cogido desprevenida. Se trata de un conocido que vive conmigo pero del que no sé nada porque nunca dice ni mu. Hablo de Pepe la cabeza jivarizada convertida en llavero que estaba en la tienda de los chinos del señor Li.

Lo había colocado, como de costumbre, sobre la mesa de la cocina mientras Pascualita y yo desayunábamos y les contaba la paliza que me dieron los abuelitos jugando a La Oca a unas horas en las que aún no habían puesto las calles en Palma.

La sirena se reía de mi haciendo la señal de OK y yo me estaba cabreando de verdad cuando, de pronto, Pepe ¡abrió un ojo y me miró! Quedé patidifusa ¿Desde cuándo el llavero tiene ojos? ¡Pero si no tiene nada salvo serrín! ¡Me caí de la silla y salí a gatas de la cocina para esconderme bajo la mesa del comedor. Allí me encontró Pascualita que vino reptando hasta mi.

La cogí y acurruqué contra mi pecho mientras yo temblaba como un flan. - ¡Tenemos un monstruo en casa! Llamare a Bedulio. Pero no atinaba a marcar el número de los municipales. Milagrosamente, llamaron a la puerta y corrí como una loca a abrir. Y, como por arte de mágia ¡allí estaba el Municipal con una multa en la mano enguantada y embozado tras una mascarilla!

- ¡Ayúdame! ¡¡¡Está en la cocina!!! - ¿Tú... abue... lito? - ¡No, nooooo. Pepe! - Pero si siempre ha estado allí. - ¡¡¡Tiene un ojoooooo!!! - ¿Has desayunado chinchón? - ¡¡¡NOOOOOOO!!!

Entonces Bedulio se fijó: ¿qué llevas en las manos! ¿No será el ojo del llavero? jajajajajajaja - Hacía tiempo que no le había visto reír al jodío.

Fue hacia la cocina mientras yo me refugié, de nuevo, bajo la mesa del comedor y mientras metía a Pascualita en mi escote Bedulio, enloquecido, se tiró en plancha a mi lado. - ¡¡¡¿Pero qué pasa en ésta puñetera casa¡¡¡ - Contactó con sus compañeros y con voz temblorosa, pidió refuerzos, - ¡¡¡SOCORROOOOOO!!!

Se han llevado a Pepe detenido aunque sin ponerle las esposas. Hubiese sido un poco complicado.

martes, 19 de mayo de 2020

66 días de confinamiento.

He decidido que no voy a hacerle caso a mi abuela porque ya soy mayorcita y no puede tenerme como un pelele de acá para allá. Así que si quiere jugar al parchís, conmigo que no cuente. Se lo voy a decir ahora mismo, Pascualita. en cuanto termine de recoger todo el cola cao que has tirado con tus dichosos saltos mortales dentro de la taza.

Pero se me olvidó llamar a la abuela porque me acordé que tenía que mirar si había alguien en el rellano de la escalera. Pero, como siempre desde hace dos meses, salvo una visita o dos de Bedulio para traerme multas, no había nadie. No tengo visitas. Pero sigo abriendo la puerta, varias veces al día, por si alguien ha llamado y no lo he oído.

La única que aparece por casa es la Cotilla, pero ella tiene llave. También toco el timbre porque dicen que un aparato que no se usa se estropea. Y pasa una cosa curiosa, cuando toco mi timbre todas las puertas de todos los pisos se abren y las vecinas preguntan: ¡¿Quién es?!

Estamos sin calor humano. Menos mal que la Cotilla me informa de las chafarderías, que son pocas porque todos estamos confinados. Ya no sé quien se casa o se descasa. Quién pone los cuernos a quién... Estoy falta de "educación urbana" Cuando nos desconfinen pareceremos analfabetos sociales.

Estaba en el balcón con Pascualita cuando una hojita del árbol de la calle ha venido volando hasta mi... y no le he hecho caso. Me ha dado pereza subirme en ella y aparecer por el Kilimanjaro. Y eso que no tengo que caminar para llegar hasta allí. Supongo que padezco muermo primaveral...

Ha sonado el teléfono y he corrido a cogerlo ¡Por fin voy a escuchar una voz humana junto a mi oreja! Era la abuela.

- ¿Qué vaya ahora a tu casa? Aún no he comido... ¿Me invitas a comer?... ¿No?... (me enfadé) ¡Pues si crees que voy a venir corriendo a jugar a parchís, lo tienes claro, abuela. Ya no soy esa niñata a la que dominabas con solo chasquear los dedos! ... ¿Qué dices del testamento?... Ah, bueno. Si es para jugar a La Oca, sí... Ahora vendré... ¿Me mendas a Geooooooorge con el rolls royce? ... ¿No?... Sí, ya sé que es bueno andar aunque haga mucho calor... Sí, ya me callo y vengo... Hale, Pascualita, hasta luego...

lunes, 18 de mayo de 2020

65 días de Cuarentena.

La abuela me ha llamado ... ¡a las tres de la madrugada! para decirme si quiero jugar unas partidas de parchís con ella, Andresito y Geoooorge. Cuando conseguí entender qué quería, porque me pilló en lo más profundo del sueño, pregunté: - ¿No es muy tarde? - "¡Que va! Es muy temprano"

No tenía ningunas ganas de salir de la cama. - Tengo mucho sueño... - "¡Mira que eres dormilona! Ya dormirás para toda la eternidad cuando te mueras, ahora lo que tienes que hacer es vivir, pardala." - Bueno... dile a Geooorge que venga a buscarme con el rolls royce. - "¡No puede! Estamos jugando a la Oca. - ¿Quiéres que venga andando a éstas horas? - "Caminar siempre es sano, a la hora que sea. Recuerda que, quien mueve las piernas, mueve el corazón, boba de Coria" - ¡Abuelaaaaa!

Al final me levanté, No quería que por una tontería me borraran del testamento pero le pedí a mi primer abuelito que me acompañara. También se hizo el remolón hasta que nombre a la bisabuelastra. - Voy a su casa... ¿No te gustaría verla de nuevo?

Apenas había salido del portal de casa cuando un coche de la policía se paró a mi lado y la voz de Bedulio dijo: ¿Se puede saber a dónde va a éstas horas? - A la Torre del Paseo Marítimo. - Ah, ¿eres tú? - ¿No me habías conocido? - Pues, no... como de noche todos los gatos son pardos. ¿No te da miedo ir sola por la calle a éstas horas? - Sí, por eso viene mi primer abuelito conmigo... ¡Te está saludando, Bedulio!  Dile hola.

Pero lo que hizo fue poner el coche en marcha, salir a toda pastilla con la sirena puesta.

Cuando llegué a la Torre tuve que llamar al timbre un buen rato hasta que la voz del mayordomo inglés, adormilada, preguntó: - ¿Yes? - ¡Abre, que hace frío! - Madame, dormir, mister, dormir and yo dormir... - ¡Y colgó el muy cabrito!

Cuando, al día siguiente, se lo conté a Pascualita mientras desayunábamos, la medio sardina no paraba de hacer OK con sus deditos palmeados ¡que jodía!


domingo, 17 de mayo de 2020

64 día de Cuarentena.

Hemos pasado otra página de la historia de la Cuarentena: hoy ha sido el último día que aplaudiremos, desde los balcones y ventanas, a quienes trabajan para salvar la vida de quienes están infectados de Coronavirus. Por eso he salido al balcón más arreglada que los otros días. Peinada y pintada por si había periodistas dispuestos a fotografiarme y sacarme en los periódicos como foto de portada... ¿por qué a alguien sacarán, no?

Hoy también le han rendido homenaje a Julio Anguita, sus vecinos de Córdoba. Más de veinte minutos ha durado el aplauso que le han dedicado. No es para menos. Ha sido un español de bien. Fiel a sus ideas comunistas y de un gran sentido común, que ha defendido hasta el final.

Y mientras los días van pasando y, en vista de que no me apetece nada salir a la calle por los incívicos, he llamado a la abuela: - Geooooorge, dile a mi abuela que se ponga, porfa. - Madame decir que no. - ¡Pero si no le has dicho nada! - Ella saber que ser tu, boba de Coria. - ¡Como vaya pallá, te meto un guantazo que te mando a lo alto del Peñón de Gibraltar, con los monos!

Se puso la abuela ante el lloriqueo del mayordomo inglés. - "¿Cómo te atreves a amenazar a Geooorge?" - ¡Tu me puedes llamar boba de Coria porque eres mi abuela, Andresito y la Momia también. La Cotilla ya lo tiene por costumbre pero el inglés ¡¡¡no y mil veces no!!!

- "¿Qué quiéres?" - ¡Y yo qué se!... Ah, sí. Que me mandes, por Amazón como hace todo el mundo, unos cuantos candidatos a padres de tu biznieto. - "Sal tu a la calle, vaga." - ¡Están los bares llenos de gente! ¡No salgo! Y si no nos ponemos ya manos a la obra, se me pasará el arroz. - "Bueno, haré lo que pueda, pero ahora no que tengo que ver el programa de la Esteban"

Sentada en el balcón con Pascualita sobre mi falda, comenté, entre trago y trago de chinchón on the rocks: - Como está el mundo, Facundo; Así nos luce el pelo...  y a ti los pelo-algas, media sardina jajajajajajaja ¡hip!

sábado, 16 de mayo de 2020

63 día de cuarentena.



Menudo viento hace. Se me ha llenado la casa de hojas porque lo tenía todo abierto. Ahora, cuando voy a barrerlas, salen huyendo por todos los rincones. A ver si se creen que no tengo otra cosa que hace que ir tras ellas.

Pascualita está inquieta. No le gusta el viento ni a mi tampoco. ¿Acaso le pasó algo durante su larga vida de miles de años relacionado con los fuertes vientos que ayudaron, empujando las aguas, a crear los mares? Por más que le pregunto no me dice ni pío. Todo lo más me "regala" una de sus sobrecogedoras sonrisas. Es uno de esos seres que una sonrisa en su rostro es un rictus muy desgradable... ¿A quién conozco yo que le pase eso, aparte de Pascualita, claro?

Como pensar no es lo mío, le propongo ir a dar una vuelta por los Siete Mares que eso siempre le gusta.

Al salir al balcón llegó una hojita dispuesta a entrar en casa pero fui más rápida y nos subimos en encima. Cerramos los ojos y al abrirlos estábamos rodeadas de peces mirándonos con el ceño fruncido. - ¿Qué pasa? (me dije) Algo no cuadra. - ¡Y tanto que no! La sirena y yo éramos las únicas sin mascarilla. No había un solo pez, ni grande ni chico, que no la llevara. Rápidamente improvisé una para cada una con las algas que tenía a mano.

Recorrimos los Siete Mares comprobando que todo estaba bien. Los peces se seguían comiendo entre ellos pero con educación. Antes del mordisco decían: Con su permiso, o Usted disculpe... En fin, un comportamiento ejemplar.

Por lo visto todo viene a qué, al no tener que aguantar ruído de miles de motores, manchas de aceite, basura, explosiones, pesca abusiva... etc. etc. el estrés ha desaparecido de los fondos marinos y los animales que los habitan han recuperado su exquisita educación.

Pascualita babeaba orgullosa de sus congéneres que, por no molestar, ni siquiera le pidieron un autógrafo y eso que es un fósil marino viviente.

Al volver a casa no puse la tele. Nos sentamos junto con Pepe, en la salita. Ambos sobre mis piernas y se quedaron tan a gusto mientras yo les leía historias de Las Mil y una Noches.


viernes, 15 de mayo de 2020

62 días de confinamiento.

Andresito ya no habla de salir a manifestarse. Primero porque no quiere dormir debajo del puente del tren porque por las noches aún refresca. Y segundo, porque vio en la tele a un tío dándole golpes con de un palo de golf a una farola y se dio cuenta de que no era el adecuado para eso. - Ese tío no tiene ni idea de jugar al golf. Debe ser de esos que los tienen en su casa de adorno.

Ahora está mucho más tranquilo. Espero que le dure porque, entre una cosa y otra, nos juntamos más de lo que deberíamos. Menos mal que tengo a mano el árbol de la calle y me puedo evadir en él.

Suena el télofono. Es la abuela. - "Dice Andresito que no quiere ver a la Cotilla ni en pintura" - ¿Por el comentario del puente del tren? Pues tenía razón. - "¡Toma, claro! pero no quiero decírselo por si le da por cambiar el testamento... Por cierto, dice que quiere ir una temporadita a tu casa"  - Nasti de plasti, abuela. Estoy confinadísima. - "La Cotilla me ha contado que te vas por las ramas del árbol."

- Que bien puesto tiene el nombre la tía. - "Andresito se ha enterado y quiere ir también". - Lo siento. Ya llevo compañía... - "¿Pascualita, no?" - Y alguien más... - "No me tengas en ascuas, nena." - Mi primer abuelito. - "¡Ni lo mientes, que se me ponen los pelos de punta!" - Pues imagina si mis dos abuelitos se hicieran amigos... - "¡Calla, jodía!"

Me he librado por los pelos y porque la abuela, después de tantos días de cuarentena, está sensiblona. Nunca se había molestado tanto cuando le mentaba a su primer marido. El también parece sorprendido por la reacción de su ex mujer... Ahora no sé si es ex porque no se divorciaron. El se murió o lo "murieron" entre las dos amigas. Tendré que pensar en ello... o no.

Disfrutamos del balcón, la sirena y yo, tomándonos unos chinchones fresquitos mientras los gorriones no paran de parlotear. De vez en cuando alguno se acerca y mete el pico en mi vaso. Como sigamos así tendré que llevarlos a Alcohólicos Anónimos.

Una hoja se ha desprendido de la rama y ha volado hasta mi. Aprovecho la ocasión, nos subimos Pascualita y yo, cierro los ojos y al abrirlos la gente iba sin mascarilla por las calles de una ciudad cualquiera. El coronavirus, allí, ya era historia pasada.


jueves, 14 de mayo de 2020

61 días de Estado de Alarma.

Andresito está que se sale. Ha tenido un subidón de adrenalina y solo le falta subirse al armario y hacerle el salto del tigre a la abuela. Ella me ha llamado. - "¡Me tiene harta éste hombre!" - Eso te pasa por darle pastillitas azules. - "No es eso, boba de Coria. Es que ha visto en el facebook las manifestaciones del pijerío madrileño y no para de gritar: ¡Quiero ir, quiero ir!" - Le habrás dicho que no. Que es muy peligroso porque esa gente no guarda la distancia reglamentaria entre ellos y pueden contagiarse todos. - "¡Claro que se lo he dicho pero ni me ha escuchado! Acabaré dándole una patada en el culo."

A través del móvil escuché a Geoooorge gritar: - ¡¡¡Madame, señor llevarse Termomix!!! - "¡¿QUE?! Eso sí que no. ¡Andresito, vuelve a tus cabales, jodío!

No pude enterarme de nada más porque la abuela colgó el teléfono y por más que llamé no me contestaron.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! Estás apañada, nena. Tus abuelitos vienen para acá. - Fue dicho y hecho. Un momento después entraron en casa. - Nena ¿tienes un cazo de proletaria? - ¿Qué es eso? - Un cazo baratero. Es que quiero manifestar mi desacuerdo con el Gobierno y tengo que llevar un utensilio de cocina al que pueda golpear y abollar sin que tu abuela se enfade. No me ha dejado la termomix... - ¡Ni yo te dejo el cazo! - ¡Estáis compinchadas!

Y salió corriendo escaleras abajo. Nos asomamos al balcón y le vimos correr. - ¿A dónde va? - "A manifestarse, dice. Anda, saca el chinchón, a ver si con unas copitas se me pasan los nervios"

Unas horas después volvió a casa. Venía cansadísimo y afónico. - "¿Hasta ahora te has estado manifestando? Vaya pinta que traes" - Dame una copita para ver si entro en calor...

Y, de repente ¡estornudó!

De un salto nos levantamos las tres del sofá de la salita. A Pascualita, que estaba en mi escote, la empujé hacia abajo y dejando encerrado al abuelito, corrimos al comedor. - "¡Geooooorge, nos vamos!" - ¡Alto ahí! Andresito aquí no se va a quedar. - "¡Está contagiado!" - Déjalo debajo del puente del tren ( la Cotilla dijo lo que todas pensábamos) Se ha contagiado porque ha querido. Pues, hala, que apechugue con ello.

Fue un simple constipado por la fuerte bajada de las temperaturas pero se le quitaron las ganas de ser insolidario.


miércoles, 13 de mayo de 2020

60 días de confinamiento.

Como Andresito sabe de cuentas porque ha sido banquero toda su vida, le he llamado para que me confirme si sesenta días son ¡dos meses! Me ha dicho que sí pero que, para preguntarme chorradas, no hace falta que le llame a las cuatro de la madrugada... Como se nota que está cerrado El Funeral. Ahora mis abuelitos se acuestan a la hora de las gallinas. Y he llegado la hora de mi venganza... jojojojojojojo.

Me he tirado dos meses en casa... menos mal que tengo cerquita el árbol de la calle y puedo evadirme en él... aunque se molesten los gorriones que ¡menudo genio tienen!

Hoy, dos meses después de decretarse el Estado de Alarma, voy a darme un garbeo por ahí. Y en lugar de transportarnos, Pascualita y yo, en una hoja caída del árbol, lo haremos en una hoja caída del calendario. Aquella que decía ABRIL y nos lo robaron.

He encontrado a la sirena durmiendo, plácidamente, flotando en el agua de acuario. Este bicho tiene un sueño profundo. Tan profundo como es su hábitat natural, en las grandes simas de los Siete Mares, así que no me ha quedado más remedio que recurrir a mi dulce voz para despertala: - ¡¡¡PASCUALITAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!

Del salto que ha dado ha quedado colgada de la lámpara del comedor. ¡Lo que me he reído! A ella, como es muy suya, no le ha hecho gracia. Que secos son éstos seres antidiluvianos... jopé.

Con Pascualita en una mano, la hoja de calendario en la otra y haciendo equilibrios para no despeñarme balcón abajo, he logrado subirme a una rama del árbol y hemos aparecido junto a la Torre del Oro, bajo un paragüas mientras el cielo parecía desplomarse sobre nosotras. Llovía a cántaros. San Pedro debía tener goteras y echaba el agua a cubos sobre Sevilla...

Pascualita se encogía dentro de mi escote. El agua dulce es para ella como la kriptonita para Supermán ¡malísima! Y entonces, dándome una palmada en la frente, me acordé del refrán que me enseñó la abuela hace tiempo: En Abril, aguas mil.

No nos quedó más remedio que poner proa hacia el balcón de casa. Y allí seguimos las dos, disfrutando del solecito tomando chinchón on the rock con cañita... ¡hip!


martes, 12 de mayo de 2020

59º días de Cuarentena.

Pascualita parece un salchichón de lo rolliza que se ha puesto. Yo, según el espejo del baño que es de esos que si te tiene que llamar gorda a la caralo hace con todas las letras, también. Por cierto, al espejo lo he colocado cara a la pared por descarado.

Así que he decidido que vamoa a ponernos a plan. O sea, a pasar más hambre que el perro de un ciego. Para empezar he comprado varios kilos de alcachofas. Muchas alcachofas. Y eso es lo que comeremos para desayunar, almorzar, merendar y cenar, la sirena y yo.

Esta mañana, cuando Pascualita, sentada sobre el frutero de la cocina, se disponía a saltar dentro de la taza del cola cao, se ha quedado con dos palmos de narices cuando le he puesto delante un plato con hojas de alcachofa. Bizqueando, me ha mirado extrañada: - Mira, guapa. Esto se come así. - He cogido una hoja, le he enseñando la parte blanca de arriba y dándole un mordisquito, me la he comido. - Haz tu lo mismo. (le he dicho)

Cuando quise darme cuenta, se las había comido enteras. - ¡Nooooo! que te harán daño en la tripa. Solamente este poquito. - Pero aunque se lo he repetido varias veces, y no es tonta, ha seguido engullendo hoja tras hoja.

Y así es como nos comemos las alcachofas, cada una a su aire. Cuando por la noche le he sacado otro plato de hojas no ha protestado. Menos mal porque pienso, después de ver que la comida le ha sentado de maravilla y que tiene un estómago a prueba de bombas, que no fue el meteorito quien destruyó a los grandes dinosaurios de la faz de la Tierra, sino una legión de sirenas hambrientas, que lo mismo comían dinosaurios que campos de alcachofas.

lunes, 11 de mayo de 2020

58º días de Cuarentena.

He tenido que llamar a la abuela porque me ha pasado un percance que me ha dejado preocupadísima. - Abuela ¡se me han encogido los zapatos de tacón durante el Estado de Alarma! ¿Y cómo voy yo ahora a tomar un café con leche al bar de la esquina? Deberíamos contárselo al doctor Simón... - "¿Por qué?" - Por si es un nuevo virus, o el mismo y no sabíamos que tenía poder de estrechar los zapatos de tacón.

- "¡Ni se te ocurra decirle nada porque nos meterá tres meses más en casa!" - A mi me gusta... - "¿Estar encerrada?" - El doctor. Sus cejas me producen una sensación de cobijo bajo ellas. Y esa voz... - "Me parece bien que te guste pero no le digas nada de nada" - ¿Ni siquiera si quiere ser candidato a padre de tu bisnieto? - "Hummm... Vale pero díselo con diplomacia, nena. A mi también me gusta."

- ¿Vas a mandarme a Geoooorge con unos zapatos de tacón tuyos? - "¿A tí te parece que ésto es un trabajo para todo un señor mayordomo inglés?" -  ¡Claro! en las películas saben limpiar muy bien las botas de montar para ir a cazar un zorrito. Las dejan niquelás... ¿Cómo quedamos entonces? - "¿Está por aquí la Cotilla?"

La vecina se puso al teléfono y cuando colgó me dijo que me calzara las chanclas de plástico de cada día. - ¡Así nunca encontraré al padre del bisnieto! - Dice tu abuela que si hubieses tenido dos dedos de frente y te hubiese puesto tacones una rato cada día, ahora no tendría los pies anchos como las hembras trogloditas.

Pascualita, al amparo de las algas del fondo, para que no la viera la Cotilla, se partía de risa mientras hacía la señal de OK. Eso me enfadó y señalándole la botella de chinchón le dije, con la cabeza, que para ella no habría.

Sin darme tiempo a reaccionar, subió a la superficie como una flecha y ahora tengo un ojo como un colchón: el que ha recibido el buchito de agua envenenada que me ha tirado a la cara la jodía sirena.


domingo, 10 de mayo de 2020

57º días de confinamiento.

Cuando conté a los abuelitos que había puesto el Belén, en lugar de ponerme de inútil para arriba, me dijeron que no podía haber hecho nada mejor. - Ay, nena, se nota que te estás haciendo mayor (dijo Andresito) porque con el tiempo tan raro que nos está tocando vivir, la gente se olvida hasta del día que es hoy y tú te has acordado. Estoy muy orgulloso de ti... ¿Has puesto también el árbol? - La Cotilla no encontró ninguno en sus lugares de trapicheo, abuelito. - Ah, pues esto quiere decir que hay más gente que ha recordado que es Navidad.

Media hora después entraron en casa con guantes y mascarilla. - ¿Qué hacéis aquí? - "Venimos a cantar villancicos y traemos turrón que nos sobró de la Navidad pasada"

Me puse a Pascualita en plan broche y canté con los abuelitos hasta que la abuela se arrancó la mascarilla. - "¡Me ahogooooo! El coronavirus ha cambiado hasta el tiempo ¡No recuerdo ningún año con tanto calor como hace ahora en diciembre!" - Es el cambio climático del que se reía tu querido presiente Aznar, abuelito.

Al mentarle al opersonaje, el abuelito, tieso como una vela, se cuadró y murmuró pesaroso, - Un fallo lo tiene cualquiera, nena...

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿Hay reunión familiar? - "Para celebrar la Navidad" - ¿Otra vez? Solo hace cinco meses que pasó.

Todos quedamos en suspenso mientras nuestras mentes ponían en marcha sus neuronas a mil por hora. A todo esto, Pascualita, divertida, hacía la señal de OK sin que nadie se diera cuenta, pensando como estaban.

Poco después los abuelitos salieron de casa a paso de carga: - "¡¡¡Y NO ERES MÁS TONTA PORQUE NO TE ENTRENAS, BOBA DE CORIA!!! Ya decía yo que con éste calor no me parecía Navidad.

Cuando el rolls royce arrancó aún estaba yo, asomada al balcón, gritando: ¡La culpa del despiste es de la Cuarentenaaaaaaaaaaaaaaaaa!

sábado, 9 de mayo de 2020

56º días de Cuarentena

Esta mañana me he levantado con unas ganas enormes de trabajar... cosa rara en mi. Y he decidido aprovechar la ocasión.

Me he liado a sacar cajas y trastos. He guardado las cosas que tengo puestas encima del aparador: dos candelabros de cuando Franco era recluta que son de la abuela pero no quiere llevarlos a la Torre del Paseo Marítimo porque dice que "Allí no pegan" Marcos con fotos de Rock Hudson que sigue haciéndola suspirar cada vez que se fija en ellas. Un reloj que le regaló la Cotilla que da las horas cuando le da la gana y un jarro de cuando había tiendas de Todo a cien, con flores de plástico azules y amarillas, porque en aquellos tiempos estaba enamorada, la abuela, del Rey de Suecia y esos son los colores de su bandera.

Todo ha ido a uno de los cajones del cantarano. Después he llamado a la Cotilla para encargarle unas cosas.

A la hora de comer ha llegado con mis encargos. He comido deprisa porque me urgía acabar el trabajo antes del programa de la Esteban para verlo tranquila entre sueño y sueño.

Y por fin el aparador ha vuelto a ser protagonista del comedor de mi casa. Allí están ahora las montañas nevadas de harina, el lago de papel de plata de las chocolatinas, los patos, el pescador, las casitas del pueblo, los pastores... Y el pesebre con el Niño, acuático, porque he colocado a Pascualita junto a "sus" padres. Y estrategicamente repartidos por toda la escena, están las ramas de pino, las piñas, los trozos de corcho... ¡Y ya he montado el Belén!

Lo raro es que, más tarde, he mirado el calendario y no dice Diciembre sino Mayo. Ya no los hacen como antes...

viernes, 8 de mayo de 2020

55º días de cuarentena.

Aaaayyyyyyyy de lo que me he enteradooooooo. Ya no voy a poder dormir ésta nocheeeeeeeeeee... ¡Mallorca, Menorca e Ibiza vamos a entrar en la Fase 1 de la Pandemia! ¡Ayayayayayayayay que vértigooooo! Me lo ha dicho la Cotilla que está loca de contento - ¡Nena, el lunes ya podré ir a "limpiar" los cepillos de las iglesias! - Que pesetera es ésta mujer.

La abuela también está encantada - "¡Por fin voy a poder lucir mis piernas en la terraza de un bar! Me pondré los últimos shorts que compré en Christian Dior." - Ya me podrías regalar uno de los que no uses, abuela... - "¡Sí, hombre! como que están los tiempos para ir regalando obras de arte!" - Tal vez así ligaría algún candidato a padre de tu bisnieto...

El abuelito no tiene claro lo de salir a las bravas a la calle. - Que no, Andresito. De bravas nada. Con mucha precaución... - ¿Abrirán las iglesias? - Según la Cotilla, sí. - Entonces iré a la Catedral. Allí estaré seguro. - Tendrás que llevar mascarilla y guantes. - ¡Pues vaya! - Y no habrá agua bendita. - ¡Oh no! Con lo bien que me va para tener el pelo ondulado... - Tengo una curiosidad, abuelito... ¿Cómo se dará la Comunión? - Pues...  - ¿Cómo quién reparte cartas mientras los fieles tienen la boca abierta? - ¡¡¡Nena!!!

- En fin, son incógnitas del tiempo que estamos viviendo que veremos como se resuelven ¿verdad, Pascualita?

jueves, 7 de mayo de 2020

54º días de confinamiento.

He decidido quedarme en casa con Pascualita y Pepe. Nos pasamos el día en el balcón donde he puesto un barreño con agua de mar para la sirena.

Al principio los gorriones estuvieron encantados y acudieron presurosos a darse baños pero, en cuanto probaron el agua se acabaron las bromas y, como si se hubiesen puesto de acuerdo, desde entonces todos pasaban varias veces al día sobre el balcón y nos ponían perdidos de excrementos.

Poco a poco la cosa se fue calmando y se acabaron las visitas, salvo para venir a comerse las migas de mis bocadillos.

Como a Pepe todo le da igual, no se quejó de nada. Sin embargo Pascualita, que es más remilgada, no podía consentir que le mancharan el agua. Y decidió cazar cuanto más gorriones, mejor. Se quedaba quieta bajo el agua esperando a su presa y en cuanto se le ponía a tiro, estiraba los bracitos con arte pero sin aciertos. Llevaba tantos años sin tener que buscarse la comida que había perdido el hábito de hacerlo. Pero como, más de un gorrión se llevó un buen susto, dejaron de molestar y a partir de entonces volvió la paz al balcón.

Quién se vino a hacernos compañía fue mi primer abuelito. Está melancólico desde que se fue la bisabuelastra. Hay que ver lo mucho que congeniaron. Pero en seguida se metió entre las ramas del árbol de la calle y disfrutó de lo lindo viviendo el día a día de las familias emplumadas.

Me di cuenta de que Bedulio evitaba pasar por mi calle desde que le llamé para decirle: - ¿Sabes quién está ahí? (señalé la copa del árbol) ¡¡¡MI PRIMER ABUELITO!!! ¡Dile hola con la mano y te saludará él también! ¡¡¡Mira, mira, ahora se asoma por aquí!!! Dile hola a Bedulio, abuelito... ¡Heee, no te vayas! Que soso eres Bedulio, hijo.

miércoles, 6 de mayo de 2020

53º días de confinamiento.

Pascualita está furiosa conmigo porque he intentado meterla a presión en el termo de los chinos y no ha entrado. No me ha quedado otra que apretar con todas mis fuerzas hasta que las lorzas que le han salido en la cintura desde que estamos en cuarentena, ha entrado. Se ha oído un ¡PLOF! y ya no he podido sacarla del termo.

Ha hecho ventosa y ahora es ella el tapón del termo. No puedo acercarme porque me lanza dentelladas. Sobre todo cuando llevo comida en las manos. - Lo siento pero no es para ti, resalá. A partir de ahora vas a estar a pan y agua.

Y como lo entiende todo aunque se hace la longui la mayoría de las veces, me señala el balcón. - ¿Qué quieres hacer allí? - Se le ha puesto cara de sádica y una sonrisa siniestra que no auguraba nada bueno.

Como no le da la gana hablar, que seguro que sabe aunque nunca ha abierto la boca más que para comer y beber, tengo que adivinar yo los pensamiento de la media sardina, cosa que es harto difícil. Vamos a ver... ¿quiéres que te suba al árbol de la calle? - Hizo la señal de OK - ¿Para tirarte desde allí, que se rompa el termo y quedes librerada de hacer de tapón? - OK - No, hija, no. Que te puedes descuajaringar y entonces, la abuela me quita del testamento.

Siguió señalando el balcón. - ¿Quiéres asomarte a ver la calle? - ¡NO! (movió con fuerza la cabeza) - ¿Para escuchar a los gorriones? - ¡NO! - ¿Para...? ¿Para qué, jodía?

Entonces se me iluminó la bombilla. - ¿Quiéres comerte a los pollitos? - ¡OK! - ¡Salvaje!

Los nidos están llenos de pollitos, otros nidos están terminando de arreglarse a la espera, inminente, de la eclosión de los huevecillos de los que saldrán futuros nuevos vecinos míos.

Me dio tanta rabia que, sin darme cuenta, insultaba a  Pascualita a grito pelao. - Unos voces de la calle llamaron mi atención. Era Bedulio - ¡Que boca tienes! ¿No te da vergüenza? ¿a quién insultas boba de Coria?... De repente se dio cuenta de que conmigo no había nadie. Se tapó la cara con las manos, agachó la cabeza y salió corriendo hacia la esquina más cercana. Y no pude evitar fastidiarlo: -  ¡Abuelito, ahí está Bedulio. ¡¡¡CORRE A VER SI LO COGES!!! JAJAJAJAJAJA

martes, 5 de mayo de 2020

52º días de confinamientooooooo...

Salí de casa despavorida, gritando como una energúmena. Con el terror pintado en la cara me di de bruces contra Bedulio que, en ese momento, pasaba por mi calle haciendo la ronda.

- ¡¿Qué pasa?! (dijo al tiempo que perdía el color y empezaba a temblar) ¿Te... persigue tu primer abuelito...? - ¡Ojalá! Pero no, el pobre está allí, en una de las ramas del árbol y tan asustado como yo. ¡Los aliens han invadido mi nevera!

Y seguí corriendo como alma que lleva el diablo. Cosa que también hizo el Municipal, solo que mientras yo me iba por la derecha, él lo hizo por la izquierda.

Ni siquiera me paró el frenazo en seco del rolls royce de los abuelitos. - ¡Tu ser loca, boba de Coria! (me gritó el inglés que apunto estuvo de atropellarme cuando cruce la calle sin mirar)

Entonces me acordé que, antes de irme de casa, había llamado a la abuela: - ¡Ya están aquí! ¡Han invadido la nevera! Menos mal que no han descubierto la despensa y los botes  de fabada están a salvo... de momento. ¡¡¡Yo me voy!!!

- "¡Espera! ¿Seguro que son aliens? ¿No serán familiares de Pascualita?" - ¡Oh, noooooo! Se la van a comer. Estaba en mi escote cuando he abierto la nevera y ella ¡ha saltado dentro!  "¡¡¡¿Queeeé?!!!"

De repente, el rolls royce se puso a mi altura mientras yo seguía corriendo, apunto de batir el record olímpico. - "¡Paraaaaaaaaaaa, nena!" ¡Geoooorge, atropéllala!" - El mayordomo pelota, dio un volantazo y me vi el coche encima. Me subí al capó de un salto tapándole la visión al inglés que se estrelló contra el único árbol de la calle.

La abuela me gritó: "¡Mira que tengo!" - Miré. Era una botella de chinchón y decidí que ya estaba bien de correr.  Estaba sin resuello y me costó un poco conseguir una respiración normal. Finalmente, después de beber unos tragos a gollete, pude hablar y pensar con cierta claridad cuando la abuela me hizo la pregunta: "¿De dónde han salido los aliens?" - No lo sé. Estaban en la nevera. - "¿Saltan?" -  Más bien se desparraman... - (Bajó la voz) "¿Pascualita sigue allí dentro?" - Si no se la han comido... si. - "¿Cuándo abriste la nevera por última vez? - Una cierta luz empezó a iluminar mi entendimiento. - No fui yo... ¡La Cotilla! ¡Ella fue la última!  Metió masa madre para hacer pan... -

Al volver a casa, en la nevera no quedaba ni un grumo de masa madre. Y no hizo falta preguntar dónde estaba viendo la gran tripa de la sirena que dormía la siesta sobre una lechuga.


lunes, 4 de mayo de 2020

51º días de Cuarentenaaaaaa...

La abuela me ha tenido tres horas firmes, porque se ha puesto en plan Capitán General con mando en Plaza, y me ha dicho de todo menos bonita. ¿Y por qué? Según mi teoría es por envidia cochina. Aunque el motivo lo ha disfrazado de irresponsabilidad por mi parte, por pintar la cara de Pascualita en el mascarilla que llevé ayer en  la calle.

- "¡Todo el mundo la vio! ¿No tenía que ser un secreto? ¡Ahora conocen su cara, boba de Coria! ¡No tardarán en atar cabos y descubrir que es la única sirena que existe en la faz de la Tierra. ¡Inconsciente! ¡NO eres más tonta porque no te entrenas! ¡Nos la quitarán por tu culpa! etc. etc. et..."

No me atreví ni a respirar. Pensaba que se ahogaría con su propia verborrea pero, no. Que aguante tiene ésta mujer. Y encima, no me dejó decir ni pío para defenderme. - "¡¡¡HASTA BEDULIO LO SABE!!!" - Pero..., pero..., pero... abue... esto... que no..., no..., noooo...

De repente, entre tanta palabrería, gritos y bufidos, escuché la voz de la Cotilla. - ¿Has dicho la única sirena? . ¡¡¡ABUELAAAAAAAAA, CALLA!!! - Pero ella siguió a lo suyo mientras la vecina no paraba de preguntar: - ¿Y dónde dices que está? ¿seguro que es la última? - ¡¡¡ABUELAAAAAAA!!!

Cuando ya estaba afónica de tanto gritar, la voz del abuelito dijo: ¿Geoooorge ha traído ensaimadas?
Y esas fueron las palabras mágicas. Lástima no haberlo sabido antes.

La abuela colgó el teléfono y yo quedé hecha un guiñapo sentada en la butaca de la salita. Menos mal que unas copitas de chinchón me levantaron el ánimo, aunque duró poco porque me vino a la mente la avidéz de la Cotilla cuando ve que puede sacar rédito de algo y la única sirena de un tiempo tan lejano que ni hay constancias escritas, le habrá alegrado las pajarillas.

Iba a abrir una lata de fabada cuando la Cotilla entró, tan pancha, en casa. - ¡No puede venir de visita! - Y no lo hago. Vivo aquí, boba de Coria. (¡Tendrá cara!) Tu abuela está gagá. Ha dicho que sabe dónde está la única sirena del mundo ¿Te imaginas que tontería? Pero si las hay a miles, empezando por las de los bomberos, ambulancias, fábricas, colegios, etc. etc. ¡Lo que me he reído!

Cogí el chinchón y lo repartí entre las tres: un buen chorreón en el acuario de Pascualita, que abrió la boca en cuanto vio aparecer la botella, unas copas para la Cotilla y otras tantas para mí... ¡hip!

domingo, 3 de mayo de 2020

50º día de CoNfInAmIeNtOoOoOo

Pertrechada con guantes y mascarilla, a la que le pinté la cara de Pascualita que llevaba metida en el termo de los chinos, he salido a la calle y puesto rumbo al mar.

Después de tantos días encerrada en casa, al salir he sentido un ligero mareíllo al que no he hecho caso pero he caminado junto a la pared por si perdía el norte definitivamente. Y como estaba pensando en éstas cosas no me di cuenta de lo rápido que la poca gente con la que me cruzaba, se apartaba deprisa y corriendo.

Esto me alegró mucho y pensé: así no me contagiare. Hasta que que vi la cara de horror de algunas personas. Y me cabreé. Incluso le dije a una: - ¿Piensas que soy fea? pues anda que tú! - Y así estuve defendiéndome de los idiotas hasta que me encontré con Bedulio. El horror también se pintó en su cara.

Poco después me dijo, mientras recobraba el aliento: - Pensándolo bien, me gusta el dibujo porque cualquiera se te acerca. - ¿Qué dibujo? - El de la mascarilla. ¿Quién es ese cadáver?... Ay, no  me lo digas ¡tu primer abuelito! (y se quedó pálido) - ¡Bingo! ( respiré a gusto)

Cuando la sirena empezó a oler el mar no había quién la aguantara dentro del termo. Me metí en el Paseo Marítimo a caminar junto con toda Palma, por eso en las calles encontré tan poca gente. Y cuando salieron las imágenes en la televisión, a mi se me vió perfectamente porque la gente siguió apartándose a mi paso mientras yo lanzaba besos a distro y siniestro.

sábado, 2 de mayo de 2020

49º día de confinamiento...

¡Por fin ha llegado el día en que los abuelos pueden salir a la calle a pasear! Afortunadamente los míos están en su Torre del Paseo Marítimo pero Geoooorge, que parece estar hasta el moño británico, me ha contado el escándalo con el que ha amanecido aquella casa.

- Madame Momia tocar bubucela a las cinco de la madrugada. Después tomar oxígeno y empezar otra vez. Mi despertar con susto. - ¿De dónde ha sacado la bubucela? - Decir que regalar a ella, mister Mandela. - ¿Ah, sí? ¿Por qué? - Porque dormir juntos y ser bueno jijijijijiji... eso decir madame Momia. - Geoooorge ¿no te has pasado con el chinchón? ¿Dónde se vio mi bisabuelastra con Mandela? - Mi no saber. Mayordomo inglés no ser cotillo.

- ¿Qué más ha pasado hoy, Geooorge? - Señor guardia multar a madame abuela tuya. Salir a la calle sola. - ¿Y los demás? - No juntar con ella. Vergüenza. - ¿Ella se avergonzaba de vosotros? - Nooo. Mister Andresito, madame Momia, señora Cotilla and mi.

Ya me estaba poniendo de los nervios el jodío mayordomo y le pedí que abreviara. Se puso nerviosos y no daba pie con bola. Me costó entenderlo pero lo logré: la abuela salió dispuesta a comerse el mundo. Quería ser la primera abuela de España en poner el pie en la calle, por eso en lugar de hacerlo cuando tocaba, lo hizo media hora antes y justo en la acera de enfrente de su casa había un guardia.

Al verla le dijo que ya no podía salir. - "¡Cómo que no?! - No, guapa. Era esta mañana, de seis a diez para hacer deporte. Lo siento por ti porque te has pertrechado muy bien, con calienta piernas y todo (le dijo el guardia) - Es que madame llevar moño con pompones de colores. Minifalda, bragas (perdón) con puntillas y pintada como una puerta... - Mandé callar a Geooorge, no quería avergonzarlo más.

La abuela, que se dio cuenta de que la había confundido con alguien mucho más joven, se hinchó como un pavo y le tiró los tejos al pobre hombre. Al principio el guardia no se dio cuenta pero cuando el sol dejó de pegarle en los ojos, se descubrió el pastel y le ha puesto una multa de mil euros por reírse de la autoridad.

Ay, Pascualita, que bien hemos hecho quedándonos en casa... ¿quiéres más chinchón?


viernes, 1 de mayo de 2020

48º día de confinamiento.o.o.o.o.o.o

Grité como una energúmena cuando me enteré de la noticia. - ¡Es verdad! ¡Tiene toda la razón! ¡Ya lo sospechaba yo! ¡Aaaaaaaaaayyy, Dios mío, Cotilla! ¿Qué ha hechooooooo? - "¿Qué pasa aquí?" - ¡Ha sido la Cotilla. Estoy segura!

Asomada a la puerta de mi cuarto pero sin salir de él por miedo a que se lo quitara, la Cotilla, con ojos legañosos y el pelo revuelto, murmuró algo así como... - ¿Que leches te pasa, boba de Coria? - ¡¡¡Ha robado!!! - ¡Esa boca , nena! Que mal educada la tienes (recriminó a la abuela)

Yo estaba tan nerviosa que no daba pie con bola. Me temblaba el cuerpo, la voz, tenía la vista nublada, estaba hecha un asco gelatinoso. - ¿Qué se supone que he hecho? - "Tu sabrás. Venga, Geoooorge, vete a por ensaimadas." - Mi no poder. No saber qué robar Cotilla. ¿Ser algo mío? - "Te han robado Europa, darling" - Oh, yes, madame.- "Hale, tarifando para el horno"

Desde el borde de la pecera, Pascualita no  nos quitaba ojo. El escándalo que yo había armado la despertó bruscamente y ella no es de madrugones, por eso deduje que estaría de un humor de perros y evité pasar por su lado.

La abuela dijo que se iba a su casa. No iba a consentir que una Corina cualquiera se cargara su patrimonio y su matrimonio. - ¡Bien! (pensé)  - La Cotilla metió la pata como siempre. - ¿Y si te multa Bedulio? - Le encasquetaré a la Corina y que se apañe. - ¡Cotilla, calle y devuelva lo robado! - Pero si no he salido a trabajar...

Cuando me estaba rechupeteando los dedos al terminarme la ensaimada, la abuela preguntó: - "¿Qué es lo que falta? ¿la cubertería de plata?" - ¿De plata? jajajajajaja - "¿La vajilla de porcelana de La Granja?" - Huuuy, sí. La de los tres Cerditos jajajajaja Abuela ¿de qué vas? - "Pues dime, de una puñetera vez, que ha robado la Cotilla" - ¡¡¡EL MES DE ABRIL!!! Lo ha dicho Joaquín Sabina.

Hubo un silencio, solo roto por el piar de los gorriones del árbol de la calle. - El tiempo desapareció como por arte de magia. Nuestros cuerpos quedaron inmóviles formando una extraña fotografía tridimensional. Incluso mi primer abuelito, a pesar de ser un fantasma, quedó inmóvil en el preciso momento en que iba a depositar un beso de amor en los labios, antaño carnosos, de la bisabuelastra.

¡Y de repente, todo estalló y un montón de cojines, vasos, platos, naranjas, plátanos, peras cayó sobre mi, enterrándome bajo la montaña de trastos. - "¡Geoooorge, vámonos!" - Yes madame, porque su nieta ¡¡¡NO SER MÁS TONTA PORQUE NO ENTRENAR!!!